Seguramente a michos ofenderá el título de esta colaboración, pero también bien habrá que decir que hasta ahora las únicas muestras que han dado los altos mandos del actual Gobierno Federal

es que son iguales o peores de aquellos que decidimos cambiar por su tremenda vocación por la disposición de los caudales públicos. Y no es que pretenda denigrar a quienes desde hace poco menos de dos años se han dedicado a realizar lo que antes de su llegada se realizaba, pero en grado superlativo, porque ahora la identidad es el cinismo y la desverguenza, tal como lo ha exhibido el actual Presidente de la República.

Lo primero que habrá que señalar es que los propios hijos del Presidente de la Republica son quienes se encargan de hacer los negocios en la paraestatal más importante del país y sus filiales. Y esta circunstancia la han relatado diversos opinadores que a través de sus investigaciones han corroborado el poder que tienen los muchachos tal y como se estableciera hace dos años en el audio donde el hijo mayor le daba instrucciones a Yeidckol Polenvsky acerca del destino de los fondos que se obtenían para la campaña de Andrés Manuel López Obrador.

Por desgracia las cosas pintan de la misma manera que en los regímenes pasados, donde utilizaban a la paraestatal para la generación de enormes cotos de corrupción. La mascarada que el Presidente de la Republica ha montado con la aprehensión de Emilio Lozoya Austin no es más que un instrumento para esconder lo que verdaderamente está ocurriendo en Pemex, donde la disposición de los fondos de realiza a propuesta y caprichos de quienes viajan por todo el mundo en Jets privados y mantienen relaciones afectivas sentimentales con modelos venezolanas con las que gastan dinero a raudales. Las marcas de la presunta cervecera y chocolatera no son más que un parapeto para justificar su inusitada riqueza.

Por cierto, hasta ahora no existen indicios de que sean modelos exitosos de venta porque los presuntos productos no están en los mercados. Otra de las peculiaridades es que los sitios de internet resultan ser simplemente una fachada porque están fuera de servicio. Y esta circunstancia no es una intriga porque cualquier ciudadano puede constatarlo intentando encontrar mayor información acerca del estado que guardan las “"exitosas” empresas de los hijos presidenciales. Para decirlo más claro, es el mismo “modus operandi” que siempre utilizo el ahora Presidente de la Republica para justificar los enormes gastos que hacía producto del robo descarado que en su momento realizara Marcelo Ebrard Casaubón en la construcción de la Línea Dorada del Sistema de Transporte Colectivo Metro de la CDMX.

El mecanismo de ocultación de la enorme corrupción que impera en la paraestatal se realiza a través de la adquisición de bienes y servicios por invitación restringida de proveedores, practica que se ha multiplicado en cincuenta y un por ciento desde la llegada de Andrés Manuel López Obrador al poder. Para decirlo de otra forma, cuatro de cada diez pesos que gasta la paraestatal se realiza mediante este tipo de argucias, tal y como lo dio a conocer elInstituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos, el INAI.

En un comparativo que realizó el propio INAI, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto el porcentaje de dinero ejercido mediante invitación restringida fue de 0.8 por ciento, lo que significa un monto de setecientos tres millones de pesos. En el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en su primer año de ejercicio, es decir en el 2019, las asignaciones discrecionales se elevaron a 40.6 por ciento, y el monto fue de setenta y dos mil ochocientos millones de pesos. Y el parapeto para la ocultación de datos fue la construcción de la Refinería de Dos Bocas, con lo que podemos inferir que cambiar el Aeropuerto Internacional de la CDMX a Santa Lucía, también es otro jugoso negocio para la mal llamada 4T y los hijos presidenciales. Pobre México, saliendo de Guatemala para entrar a Guatepior. Así de simple la voracidad presidencial. Al tiempo. 

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