Bien dicen los estudiosos del tema que la estupidez es cualquier comportamiento que se desvía de la expectativa que uno tiene. Los especialistas del

lenguaje han señalado que es más fácil identificar la estupidez que definirla, y creo que tienen razón, sobre todo en los tiempos que estamos viviendo en este aún maravilloso país, donde la estupidez se presenta en las decisiones gubernamentales que afectan a miles o a millones de mexicanos. Bien dicen los especialistas que es más fácil identificar la estupidez que definirla, y es curioso que hasta ahora no existan tratados acerca del tema, pero más grave es que todavía no tengamos una tabla para medir el grado de estupidez de cada individuo. La mexicanos llamamos estupidez a cualquier comportamiento que se desvía de las expectativas que uno tiene, por lo que podemos afirmar que es nuestra percepción personal la que la motiva y califica.

Aunque se que a muchos de mis lectores quizá no les guste, nunca antes en mis más de cincuenta años años de carrera periodística había tenido que acudir a esa cualidad humana que llamamos “estupidez”, y que tanto daño ha causado en todas las etapas de nuestro devenir como nación. En lo personal creo que esta circunstancia se agudiza por la diversidad de ocurrencias que ha mostrado quien encabeza los destinos de este país, y que hasta ahora lleva un brutal saldo en la toma de decisiones que más que beneficios ha causado un tremendo desastre económico y social.

Las estupideces que registra nuestra historia son innumerables y variadas, pero seguimos en el dilema de que es más fácil identificarlas que definirlas. Insisto, es curioso que hasta ahora no hayamos logrado una forma de medir la estupidez de cada individuo, pero si de algo podemos preciarnos es que el sentido común, que es el más común de los sentidos, tiene una forma inmediata de identificar a cualquier estúpido que piensa que los demás somos estúpidos. Pero también hay que señalar, sin temor a la equivocación, que existe un estúpido que piensa que los mexicanos en general tenemos la misma condición.

No es lo mismo el estúpido fanatismo de muchos mexicanos, que la comodina estupidez de quienes observamos la estúpida forma en que un estúpido destruye a este país. Una de las mayores estupideces que he presenciado en mi ya larga carrera de periodista es la decisión de quemar combustoleo, elemento altamente tóxico y contaminante, para la generación de electricidad. Nunca pensé que a mis sesenta y seis años sería testigo de la llegada al poder de un Mandatario con un pensamiento retardatario que prefiere seguir degradando al medio ambiente prohibiendo la generación de energías limpias provenientes del viento y de la energía solar, simplemente porque se le ocurre qué hay que seguir explotando la riqueza de los combustibles fósiles que tanto daño causan al medio ambiente y a la salud de los seres humanos.

Este país está transitando por una etapa de regresión brutal porque el inquilino de Palacio piensa que la venta de petróleo le seguirá proporcionando riqueza, cuando el mundo camina hacia las tecnologías limpias donde cada quien puede invertir para generar sus propias fuentes de electricidad. Cuando el Presidente de la República se plantó en una de las altas serranías del sur del país para criticar los parques eólicos simplemente porque afeaban el paisaje, me quedó la duda acerca de la gravedad de su estado mental. A casi dos años de distancia sigo pensando lo mismo, porque solamente un loco, carente de percepciones de la realidad que vive el mundo, puede tomar una decisión de este tipo.

No quiero pensar que esta decisión forme parte de su proyecto de precarizar la vida de los mexicanos con la finalidad de obligarnos a someternos a una tiranía como las que se implantaron los países del Cono Sur del Continente Americano. Su aversión hacia los empresarios va en ese sentido, destrozar las fuentes de trabajo para evitar que mantengamos esa independencia económica que hasta ahora nos ha permitido capitalizar nuestras aspiraciones personales a través de la preparación, para tener y mantener un mejor destino. Si la mayor parte de los mexicanos no logramos entender el negro panorama que se avecina, en el pecado llevaremos la penitencia. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.