Sin lugar a duda los tiempos se cumplen, y es inevitable el declive de los gobernantes de cualquiera de los tres órdenes de gobierno,

pero más cuando alguno de ellos ha sido particularmente efusivo en materia discursiva pretendiendo que su palabra sea ley y sus postulados costumbre. Las conferencias mañaneras han sido prolíficas durante más de cuatro años, y desde luego que los públicos que antaño llevaron a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, no tienen ahora el mismo perfil después de tantos desatinos.

Pese a que hasta ahora conserva el fervor de una gran parte de aquellos que lo llevaron al poder, lo cierto es que sus públicos han disminuido a causa de sus desatinos y sus constantes mentiras o posicionamientos que pretenden seguir despertando apoyo irrestricto, cuando la desconfianza en amplios sectores sociales ha sido hasta ahora la constante por su empecinamiento de mantener su proyecto de país que muchos consideran fracasado, además de su exagerado populismo que le ha generado el alejamiento de amplios sectores sociales.

Lo que no ha entendido el presidente de la República es que su retórica ya no está siendo asimilada por la mayor parte de los mexicanos porque se han cansado de sus repetidas frases con las que pretende seguir culpando a las oposiciones de sus fracasos. La economía es uno de los rubros más importantes de cualquier gobierno, y hasta ahora el saldo es de una brutal pérdida de plazas de trabajo que desde luego afectan considerablemente a su presunta estrategia, además de la utilización de los caudales públicos en incrementar las dádivas que nada impactan en la economía de las familias por la carencia de oportunidades laborales.

Si a ello sumamos el impacto de la publicación de un libro que detalla la forma en que ha utilizado los caudales públicos desde sus días en que recorría todos los rincones del país, y su proclividad por el dinero en efectivo, circunstancia que ha sido relatada en un libro que se ha convertido en un éxito por las altas ventas que hasta ahora lleva, y donde se menciona las brutales cantidades de dinero que dispuso para alcanzar el poder, y que sigue siendo su costumbre, incluso para la disposición del dinero público.

Las mañaneras han dejado de ser un ejercicio de comunicación política para convertirse en un tribunal público intentando culpar a las oposiciones de su fracaso como gobierno. Pero también ha seguido con sus deslices verbales de forma constante, lo que evidencia una gran carga de esa senilidad que se le ha manifestado en los últimos tiempos, como fue el caso de la mañanera en que presumía que las tortillas estaban por debajo del precio del dólar, así como la gasolina, y otro elemento del que nunca se acordó, y eso quiere decir que sus constantes olvidos es parte de esa manifiesta senilidad que ahora lo acompaña.

Sin lugar a dudas también es un experto en el desvío de atención, pero también en esa mendicidad que lo ha caracterizado siempre, porque muy pocos se enteraron de las negociaciones para establecer un pacto con Vladimir Putin a sabiendas de que tenemos más de tres mil cuatrocientos kilómetros de frontera con una de las más grandes potencias del mundo y que es Estados Unidos, nuestro socio comercial más grande y donde viven más de treinta y ocho millones de mexicanos. Sin lugar a duda el extravío de Andrés Manuel Lopez Obrador tiene que preocuparnos mucho a los mexicanos. Al tiempo.

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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.