Más de veinte años tardó Andres Manuel López Obrador en dividir a los mexicanos entre buenos y malos,

menesterosos y fifís, y conservadores y liberales. Así le resultó más fácil introducir y sembrar la discordia en todas las latitudes de este aún maravilloso país. Andrés Manuel López Obrador no fue producto de un ensayo democrático, sino el instrumento del crimen organizado para el establecimiento de un ”Narcoestado” como los que las dictaduras populistas del hemisferio han edificado en Nicaragua, cuyo feroz gobernante, Daniel Ortega, lleva más de cuarenta años en el poder.

Para decirlo más claro, del Suchiate hasta Sudamérica, la democracia ha desaparecido con excepción de Chile, Uruguay y Costa Rica, lo que quiere decir que México ha dejado de ser un país democrático y ahora tiene a uno de los autócratas más feroces del Continente: Andrés Manuel López Obrador, quien no utiliza a las fuerzas armadas para mantener uno más de los gobiernos más autoritarios del hemisferio, porque esa tarea la ha asumido el crimen organizado, sobre todo el que concentra el control de la cocaína y que responde a todas las directrices que les consigna el inquilino de Palacio.

Otro ejemplo de la ferocidad de su gobierno son Nicaragua, donde Daniel Ortega, quien sigue encabezando una sangrienta dictadura, ha mandado borrar de la historia aquella masacre en que fueron asesinadas 19 personas. Cada treinta de Mayo Nicaragua celebraba el día de las madres, pero después de la masacre perpetrada por Daniel Ortega contra su propio pueblo. Los nicaragüenses entendieron que el señor Ortega es un asesino serial que no se va a tocar toca el corazón para matar a quien sea que se le ponga enfrente, y no sale de su país porque puede ser aprehendido por fuerzas internacionales y refundirlo de por vida en las cárceles nicaragüenses.

Por lo pronto el líder de la bancada Morenista Ricardo Monreal ha presentado el Plan de Reconciliación Nacional, que es una plataforma ciudadana que busca eliminar el “veneno de la polarización”, como un claro mensaje al Presidente de la República que hasta ahora lo único que ha logrado es dividir a los mexicanos entre buenos y malos, chairos y fifís, adeptos y adversarios, pero sobre todo, armonizar a las oposiciones para alcanzar un contrapeso real que permita competir para el restablecimiento del Republicanismo.

Ricardo Monreal es un viejo lobo de mar que conoce todos los recovecos del ejercicio político, y que pareciera marcar una línea de separación del Ejecutivo Federal, quien piensa que un país como Mexico, con más de ciento veinte millones de hombres y mujeres libres que lo hacen grande, puede seguir manipulándolos para llevarlo a las garras del populismo rampante en el que el principal medio de control es el hambre. Por fortuna en este país los hombres y mujeres tenemos mayor nivel educativo que los países del hemisferio, lo que nos otorga la capacidad de distinguir lo bueno de lo malo, y hasta ahora la mayoría pensamos diferente al inquilino de Palacio Nacional.

Andrés Manuel López Obrador se está quedando solo, y el ejercicio del poder en ninguna parte es exitoso cuando los pueblos despiertan. Ahí están las constancias de las movilizaciones populares que mantienen la semilla del descontento y la inconformidad, y su intentona de dar una muestra de fortaleza encabezando una manifestación multitudinaria, será uno de sus más costosos errores porque no es lo mismo Sociedad Civil que democracia, ya que muchos de quienes marcharán con el lo hacen obligados, pero a la hora del ejercicio democrático del voto, le pasarán la factura. De eso podemos tener la certeza. Al tiempo.

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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diverso