No cabe duda de que cuando alguien tiene aspiraciones de poder, utiliza ese mismo poder alcanzar la notoriedad

y el escándalo con tal de satisfacer su megalomanía, y por desgracia las ansias dictatoriales de quien ahora toma las decisiones que siguen dañando seriamente al país en su conjunto, y a los mexicanos de todas las latitudes que azorados observan la brutal manera en que ahora se ejerce ese mismo poder, causando daños irreparables no tan solo en el tejido social, sino en la histórica conciencia misma de los mexicanos y el desfalco de las arcas públicas.

Andrés Manuel López Obrador no es un estadista como aseguran sus corifeos, es un accidente de la historia patria en el que ha mostrado sus ansias de poder y de control total del destino de los mexicanos, así como del dinero público que reparte a diestra y siniestra de manera personal para afianzar las alianzas que podrían servirle para alzarse con el poder totalitario del país, y convertirnos en un símil de esa pujante Venezuela al que el sátrapa de Nicolás Maduro ha postrado en la mayor de las miserias con tal de mantener vigente ese proyecto dictatorial, que ha destruido a la mayor parte de las democracias del Continente.

La maldad ha sido el sello de ese hombre que por ahora ocupa Palacio Nacional, y quien durante toda su vida pública se dedicó a sembrar el odio y la discordia presentándose como el único que podría salvar a la Patria y a los mexicanos de los malos gobiernos realizados por tricolores y blanquiazules. Por desgracia la mayor parte de los mexicanos creyeron en sus palabras, y las consecuencias de ello las estamos comenzando a padecer, porque si de algo podemos tener la seguridad es que hará lo que esté de su parte para seguir al mando de este país.

Pese a sus patrioteras disertaciones mañaneras, y sus arengas públicas a lo largo y ancho del país, gran parte de los mexicanos han comenzado a desencantarse porque la percepción de los ciudadanos de todas las latitudes acerca del desarrollo de su gobierno es que habla mucho, promete el éxito, y nuestra realidad indica que más que avanzar hemos retrocedido considerablemente porque la pobreza se ha incrementado, la canasta básica se ha encarecido y los salarios no han aumentado como muchas veces lo prometió.

Aún le quedan dos años al frente del ejercicio del poder, y lo previsible es que intente de una vez por todas el endurecimiento de sus acciones con tal de que los principales líderes de las fracciones parlamentarias se sometan a sus designios. El descaro mayor de estos días es que seguirá su guerra contra la autoridad electoral, y con seguridad en cualquier momento comenzarán las negociaciones para comprar la conciencia del número de diputados que requiere para alcanzar la mayoría en la Cámara de Diputados.

Andrés Manuel López Obrador ha enseñado el rostro del autoritarismo, y seguirá adelante con todo y contra todo, porque la mascarada de que Claudia Sheinbaum se alce con la candidatura Presidencial no es más que una burda estratagema. Su mayor virtud es que gran parte de los mexicanos le siguen creyendo porque como señalan por ahí, nunca nadie les había dado ayuda como él lo ha hecho. Pero lo que no alcanzan a comprender es que los ha empobrecido y los mantendrá en la miseria para que sean ellos quienes lo conviertan en un Dictador. Así de simple. Al tiempo.

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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.