SINGLADURA

Uff! Ya llegaron los primeros 135 compatriotas procedentes de Estados Unidos. Algunos fueron deportados por mandato de Donald Trump, el bisonte de la Casa Blanca. Otros decidieron poner pies en polvorosa ante el embate del búfalo que habita en Washington. Mejor correr que quedarse allí, sujetos a todo tipo de humillaciones y

vejámenes, como los que resintieron cuando los agentes estadunidenses los esposaron, como si se tratara de delincuentes y no de seres humanos en busca del empleo que no tienen en México, un país –eso si- de “oportunidades”, según el presidente Peña.

Hasta el aeropuerto capitalino fueron a recibirlos precisamente el presidente y el titular de Gobernación, Miguel Ángel Osorio. Ambos les dieron la bienvenida a esta su patria adolorida, que tanto sufre casi todo tipo de calamidades, apenas contenidas por éste y los anteriores gobiernos federales, ya priistas o panistas que al final no pudieron ni quisieron poner a valer al país.

A los 135 compatriotas nuestros les dijo el presidente que no están solos, que el gobierno los cuidará. Espero que mejor que al resto de la población que seguimos asentados en este México nuestro.

“No están solos. No se sientan abandonados. Siempre estarán abiertas las puertas de ésta su casa", dijo Peña. ¿Y cómo no? Los repatriados, se oye menos feo que los expulsados, llegan para unirse a unos 120 millones de mexicanos, sí, los de este lado.

"Permítanos que el Gobierno les acompañe en este proceso de regreso a su País. México es una tierra de oportunidades; se han venido generando, y ello lo acredita el que hoy son más los que están regresando en el proceso de repatriación, y muchos por decisión propia, que los que eventualmente están decidiendo ir hacia los Estados Unidos", añadió nuestro presidente, siempre tan optimista, tan inspirador él.

De entrada, a los repatriados –mejor llamarlos así- ya les dieron su Curp y hasta podrán sacar su acta de nacimiento si lo desean. Serán mexicanos de otra condición, una diferente a la que hemos tenido el resto y se les traerá incluso por vía aérea pues qué caray. Son los otros mexicanos, los que dejan Estados Unidos por obra e invocación de Trump.

Apenas fue el primer embarque, 135 mexicanos de los de allá que se reúnen con los de acá. Pues ya ni modo. Aquí tendrán que amoldarse apenas pase la sorpresa y el buen trato típico de los primeros días  y reservado para los de allá.

Seguirán llegando, ya sea por vía aérea como prometió Peña o terrestre. Será lo de menos, pero el éxodo de allá para acá tendrá un precio elevado. Ya éramos muchos y ahora seremos más como en el caso de la abuela que se embarazó.

Más presiones para este país, cuyos gobiernos han fallado a los de allá y más a los de acá. Se cierra la pinza demográfica.

¿Qué hará el gobierno con tanto repatriado? Apenas puede y mal con los que estamos ya adentro. Crecerán las demandas de empleo, vivienda, salud, transporte, escuela, y un larguísimo etcétera. Claro, ahorita hay que tratarlos como si fueran los hijos pródigos que se reintegran al seno familiar pero ¿y después? ¿Quién se hará cargo de atenderlos?

Ah, méndigo Trump. Nos dio el golpe traidor cuando más necesitados estábamos. ¿Qué vamos a hacer? Y encima se nos caen las remesas, la principal fuente económica de este país.

Peña ha de pensar que todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar.

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