A la luz de los hechos registrados el último año en el seno de Notimex, la agencia de noticias del Estado mexicano cuyos 

 antecedentes se remontan al lejano 1968, uno se pregunta ¿quo vadis Notimex? Se añade una segunda interrogante: ¿por qué tanta saña contra este medio público y numerosos profesionales que lo hacían posible?
Es cierto. Hasta antes de la 4T no fue la mejor agencia de noticias de América Latina y mucho menos del mundo, pero cumplía un papel importante como un escaparate de medios.
Bajo el gobierno de la 4T se esperaban y se requerían cambios para el progreso de esta agencia, cambios que iniciaron incluso antes de la 4T. En 2007, por ejemplo, se establecieron las bases jurídicas para que Notimex pudiera convertirse en una auténtica agencia de noticias del Estado mexicano y dejara en el pasado su perfil de agencia de gobierno. Esto no ha ocurrido a la fecha, muy lamentablemente.
Con excepción de la experiencia de Excélsior en sus mejores tiempos, Notimex construyó una importante red de corresponsales en el extranjero, hoy totalmente desmantelada. También es cierto que entre los corresponsales en el extranjero, ni estaban todos los que eran ni eran todos los que estaban. Pero habría resultado mejor para Notimex una restructuración de sus corresponsales que una destrucción de ese activo, hoy convertido en un pasivo demasiado oneroso, ese sí, y cuyo desenlace posible podría imponer costos económicos y patrimoniales demasiado elevados para esta Agencia, sostenida casi totalmente con fondos públicos.
Tras el desmantelamiento de la red de corresponsales en el extranjero, el área internacional de Notimex quedó reducida en gran parte al plagio con fuente. Explico: tomar las notas de otros medios noticiosos internacionales con los que la agencia firmó convenios hace tiempo y reproducirlos, citando claro –y al menos- la fuente original. Eso, hay que decirlo, dista muchísimo de un estándar profesional mínimo.
Hace unos meses se creó la sección Cambio Climático. Buena idea, sin duda. El tema resulta clave en el mundo de nuestros días. Y sin embargo, el desarrollo de esta sección quedó encargado a personas poco o nada profesionales, pero serviles hasta la ignominia eso sí. Durante meses, el plagio con fuente –como digo-, y en ocasiones añadiendo faltas de ortografía, fue el sello de esta sección. Lamentable, claro.
La titular hoy de la Dirección General de Notimex y su colaboradora en la Dirección Editorial, quien por cierto recién sumó su renuncia a la lista de casi una decena de funcionarios nombrados por la actual Administración de Notimex, desatendieron o desdeñaron diversos intentos de diálogo directo. En su lugar, se pertrecharon en sus despachos para “ponerse a salvo” quizá de algún tipo de contagio imaginado de quienes tenían el estigma nada honroso de “los otros”, los “de antes”, los que “ya estaban”, muchos años antes que ellas.
Otros intentos de diálogo, avenimiento o solución del conflicto incubado en la Notimex de hoy, que se han hecho por ejemplo con autoridades como el Director de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC), Rodolfo González Valderrama, siguen sin prosperar. Qué lamentable, otra vez. ¿Habría que apelar acaso al presidente del país, cuyas indicaciones, órdenes y aún posicionamientos públicos, se estrellan en el muro de la indolencia?
Ya se conocen bastante otros datos –fidedignos, claro-. Despidos a granel –casi casi una carnicería laboral- abusos contra el personal de base, violaciones flagrantes e ilegales claro al Contrato Colectivo de Trabajo, liquidaciones incompletas o inexistentes, acoso, humillaciones y atropellos, constituyen el cambio en Notimex.
Añádase a este coctel, muy cercano a lo letal, una ristra larga de mentiras públicas y engaños privados. Profundamente perturbador. ¿Por qué tanta saña, pues? ¿A dónde va Notimex? Ojalá no termine en el basurero de la Historia. Y si ese fuera su destino, no olvidemos que la Historia es la maestra de la vida.
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@RobertoCienfue1