¿Pues dónde están las mejores mujeres y hombres de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo? La pregunta viene a

propósito de los bazucazos que un día sí y otro también hacen su estruendo a las puertas de Palacio Nacional, donde la "presidenta" despacha diligente y seguramente con su mejor esfuerzo para encauzar a México.

Pero lo que ha sucedido en los últimos meses y está ocurriendo con mayor intensidad hace pocos días, en particular en la relación con el gobierno estadunidense de Donald Trump, parece indicar que hay pocos, muy pocos funcionarios de primer nivel si acaso dispuestos a poner el pecho para fortalecer las posiciones y los esfuerzos de la presidenta, cuya cabeza fría no ha bastado para contener los embates que vienen del norte con una intensidad de tan alto grado que seguramente ya habrían dislocado de sus cabales a la persona más sensata.

Un ejemplo, solo uno, el viernes 11 de julio mientras se cumplía el anuncio de que Ovidio Guzmán, alias “Ratón”, se declaraba culpable de cuatro delitos graves relacionados con el tráfico de drogas y delincuencia organizada ante una corte en Chicago, la "presidenta" Sheinbaum Pardo entró al quite para responder al abogado Jeffrey Lichtman, defensor del criminal mexicano.

Sheinbaum criticó la “falta de coherencia” del gobierno de Trump que en enero declaró a los carteles mexicanos como organizaciones terroristas, pero mantiene negociaciones con sus representantes. La presidenta recordó además los soldados muertos durante la captura de Ovidio en enero de 2023 en Sinaloa. De allí que solicitara a Estados Unidos una vez más una mayor coordinación con México, algo que consideró “importante”.

Pero el abogado Lichtman, afuera de la corte en Chicago, reviró al considerar absurda la idea de que el gobierno de Sheinbaum tomara parte en algún sentido del acuerdo o las negociaciones sobre Ovidio y recordó el caso del general Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto,  detenido en Los Ángeles en 2020 por presuntos vínculos con el crimen organizado y devuelto a México más tarde con el compromiso del gobierno entonces del presidente Andrés Manuel López Obrador de enjuiciar acá al alto jefe militar, algo que nunca se concretó.

Es útil recordar que en un primer momento tras la detención del general Cienfuegos en Estados Unidos, López Obrador declaró en una matutina que ese arresto constituía “una muestra inequívoca de la descomposición del régimen, de cómo se fue degradando la función pública, la función gubernamental en el país, durante el periodo neoliberal”.

Pero unos días después, la postura del gobierno de López Obrador cambió para condenar la captura y exigir que se dejara en libertad al alto jefe militar. Versiones periodísticas en Estados Unidos aseveraron que López Obrador condicionó la ayuda mexicana en el combate al narcotráfico y la migración, a la liberación de Cienfuegos.

Así, en noviembre, poco más de un mes después de la captura, el Departamento de Justicia de Estados Unidos difundió un boletín para anunciar su decisión de liberar a Cienfuegos y entregar la investigación a las autoridades mexicanas para que ellas decidieran la suerte del alto jefe castrense.

Ahora, el abogado Lichtman resucitó el caso de Cienfuegos y refirió el secuestro a traición de Ismael Mayo Zambada García para llevarlo a Estados Unidos sin que el gobierno mexicano hiciera nada antes por detenerlo.

En Sinaloa, el estado escenario de la peor disputa entre bandas del narcotráfico y acompañada del sospechoso gobernador Rubén Rocha Moya, Sheinbaum respondió a las palabras del abogado Lichtman, considerándolas “irrespetuosas”.

Lichtman volvió a la carga al señalar al gobierno mexicano de “corrupto” y a la presidenta de “actuar como el brazo de relaciones públicas de una organización narcotraficante”.

¿Qué necesidad tenía la presidenta Sheinbaum Pardo, Jefa del Estado Mexicano, de encasillarse en un tú a tú con Lichtman después de todo un defensor de criminales? ¿Y qué necesidad tenía de hacerlo en territorio narco, acompañada por un gobernador mucho más que cuestionado, cabizbajo y notoriamente descompuesto? ¿No hubo nadie, ninguno de sus colaboradores de primer nivel que le hiciera notar la inconveniencia al menos de pronunciarse ante las palabras necias del abogado de Ovidio?  Nadie se lo hizo notar a la presidenta. ¿O acaso desdeñó alguna opinión?

La rectificación presidencial llegó tarde, lo mismo que la demanda por difamación en contra de Lichtman, quien seguramente estará celebrando la mella en la figura presidencial.

Sin que todavía amainara este asunto y en espera incluso de que Lichtman cumpla su amenaza de que en breve podría decir más al respecto, el presidente Trump volvió a la carga contra México recién el miércoles 16 de julio.

En declaraciones en la Casa Blanca durante la firma de una ley aprobada con base en un amplio consenso entre republicanos y demócratas en el Congreso, que endurece las penas de prisión por la distribución de fentanilo y sus derivados en territorio estadunidense, Trump dijo:

“Hoy le damos otra derrota a los salvajes narcotraficantes, criminales y a los carteles, que dominan México. Intento ser amable, pero tienen un fuerte control sobre México”, aseveró Trump al asestar un nuevo y duro golpe a México y en consecuencia al gobierno de la presidenta Sheinbaum Pardo.

Esto aún cuando en lo que va de la gestión de la presidenta se han registrado varios y repetidos mazazos al narcotráfico y el trasiego de huachicol, en un agudo contraste con lo que decía y hacía el gobierno anterior de López Obrador.

La dureza estadunidense hacia México y su gobierno también se manifiesta en otros ámbitos, como el comercio, la migración, los gravámenes a las remesas que sudan los mexicanos en el país vecino, sin contar el golpe a dos instituciones financieras y una casa de bolsa. Todo esto perpetrado por el presunto socio nuestro.

Y sin embargo, uno se pregunta ¿dónde está el equipo de la presidenta? ¿Dónde la lealtad que deben al Estado mexicano y su representante suprema? Acaso la presidenta ¿navega sola y a contracorriente? Falta que los funcionarios que la acompañan estén prestos a poner el pecho y la acompañen. Ella sola no puede ni podrá. ¿O no?

Roberto Cienfuegos J.

@RoCienfuegos1