Si esta epidemia resulta en una mayor desunión y desconfianza entre los humanos,

  le estamos cediendo la victoria al virus, Yuval Noah Harari.

Muchas personas culpan a la globalización de la epidemia de coronavirus y proponen medidas extremas para combatirla como cerrar fronteras, reducir el comercio, etc. Sin embargo, las epidemias han causado la muerte de millones de personas desde mucho antes de la globalización. En el siglo XIV, por ejemplo, no había aviones ni cruceros, y esto no impidió que la Peste Negra se extendiera de Asia Oriental a Europa Occidental en poco más de una década, y en ese lapso provocó la muerte de 75 a 200 millones de personas, más de una cuarta parte de la población de Eurasia.

Si bien, la humanidad se ha vuelto cada vez más vulnerable a las epidemias debido a una combinación de crecimiento poblacional y mejoras en el transporte, la incidencia e impacto de las epidemias ha disminuido considerablemente. Esto se debe a que la mejor defensa que los humanos tienen contra los patógenos no es el aislamiento, sino la información. Y mientras los patógenos evolucionan mediante mutaciones ciegas, los médicos se basan en el análisis científico de la información.

Durante el siglo pasado, la comunidad científica, médica y de enfermería de todo el mundo reunió información, y juntos lograron entender tanto el mecanismo detrás de las epidemias como los medios para contrarrestarlas. La teoría de la evolución explicó cómo y por qué surgen enfermedades nuevas y las viejas se vuelven más virulentas. La genética permitió a los científicos espiar el manual de instrucciones de los patógenos. Mientras que nuestros antepasados de la Edad Media nunca descubrieron qué causó la Peste Negra, a la comunidad científica le llevó sólo dos semanas identificar el nuevo coronavirus, secuenciar su genoma y desarrollar una prueba confiable para identificar a las personas infectadas.

Una vez que los científicos entendieron la causa de las epidemias, fue mucho más fácil combatirlas. Las vacunas, los antibióticos y los avances en higiene y en infraestructura médica le han dado a la humanidad grandes ventajas sobre sus depredadores invisibles. En 1967, la viruela infectó a 15 millones de personas y mató a 2 millones, pero en la década siguiente, una campaña mundial de vacunación contra la viruela tuvo tanto éxito que en 1979 la Organización Mundial de la Salud declaró que la humanidad había ganado, y que la viruela había sido completamente erradicada.

¿Qué nos enseña esta historia sobre la actual epidemia de Coronavirus?

Primero, nos enseña que si queremos protegernos no tiene sentido cerrar permanentemente nuestras fronteras. Para que el aislamiento lograra protegernos, no es suficiente volver a la Edad Media. Tendríamos que volver a la Edad de Piedra, pero… ¿Podemos hacer eso?

En segundo lugar, la historia indica que la verdadera protección proviene de compartir información científica fiable, y de la solidaridad mundial. Cuando un país se ve afectado por una epidemia, debe estar dispuesto a compartir honestamente la información sobre el brote sin temor a una catástrofe económica, mientras que otros países deben poder confiar en esa información y estar dispuestos a tender una mano amiga en lugar de condenar y marginar a la víctima.

Siguiendo el ejemplo anterior, la humanidad logró derrotar al virus de la viruela porque todas las personas de todos los países fueron vacunadas contra la viruela. Si un solo país no hubiera cooperado en vacunar a su población, podría haber puesto en riesgo a toda la humanidad, porque mientras el virus de la viruela existiera y evolucionara en algún lugar, siempre podría volver a propagarse por todas partes. Y esto se debe a que los virus evolucionan.

En la lucha contra los virus, la humanidad necesita vigilar de cerca las fronteras. Pero no las fronteras entre países. Más bien, necesita vigilar la frontera entre el mundo humano y la esfera de los virus. Y aunque la humanidad ha fortificado esta frontera como nunca antes, aún hay cientos de millones de personas en todo el mundo que carecen incluso de los servicios más básicos de salud. Esto nos pone a todos en peligro.

Para derrotar la epidemia, la gente necesita confiar en los expertos científicos, los ciudadanos necesitan confiar en las autoridades públicas y los países necesitan confiar unos en otros. En los últimos años, muchos políticos irresponsables han socavado deliberadamente la confianza en la ciencia, en las autoridades públicas y en la cooperación internacional.

Si esta epidemia resulta en una mayor desunión y desconfianza entre los humanos, le estamos cediendo la victoria al virus. Cuando los humanos se pelean, los virus se duplican. Por el contrario, si la epidemia da lugar a una mayor cooperación mundial, será una victoria no sólo contra el coronavirus, sino contra todos los patógenos futuros.

Basado en la traducción de Elisa Schmelkes del texto de Yuval Noah Harari, “En la batalla contra el Coronavirus hace falta liderazgo a nivel mundial", publicado el pasado 15 de marzo en la revista Time.

Pie de foto: En la lucha contra los virus, la humanidad necesita vigilar de cerca las fronteras. Pero no las fronteras entre países. Más bien, necesita vigilar la frontera entre el mundo humano y la esfera de los virus. Foto: UnoTV.com.