Sierra Chincua (México).- En el estado mexicano de Michoacán en Sierra Chincua, a más de 3.300 metros
de altitud sobre el nivel del mar, millones de mariposas monarcas regresan cada año después de recorrer los 4.000 kilómetros que separa Canadá de los bosques de México en donde hibernan, sin que se sepa cómo lo hacen.
Este fenómeno migratorio que “representan que se llevan las almas de nuestros seres queridos”, explicó durante la apertura del santuario de Sierra Chincua el gobernador del estado, Alfredo Ramírez Bedolla, el pasado sábado, se registró por primera vez de manera oficial en 1975 y sigue siendo una incógnita para los expertos.
“Hay varias hipótesis. Se ha revisado a las mariposas en su parte equivalente al cerebro y han encontrado estructuras que parece tienen relación con la detección de ciertos metales o minerales que se encuentran en la sierra hacia donde ellas llegan», señaló a EFE Javier Ponce Saavedra, entomólogo de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
«Otra, más extendida es que evidentemente que hay una información biológica en su información genética que les obliga entre comillas a seguir la ruta que siguieron sus progenitores”, agregó.
Para tratar de arrojar luz sobre este enigma, Ponce explicó que un grupo de investigación en Estados Unidos, donde existen al menos dos refugios de hibernación, utilizan chips que se ponen sobre el cuerpo del insecto para geolocalizarlas en su travesía.
El experto indicó que hay dos tipos de mariposas (las que migran y las que no), por lo que la clave está en la generación migratoria: “las mariposas que tienen una generación que es diferente y sus larvas más fuertes”.
“Las orugas almacenan una gran cantidad de energía para que, cuando el adulto salga, tenga suficiente fuerza para iniciar el vuelo hacia su sitio de hibernación. Estas que llegan no vienen solo a reproducirse, sino a pasar la época fría”, afirmó.