sapo

Después del descubrimiento inicial del sapo andino de Tandayapa en la provincia de Pichincha, Ecuador, hace más de cuatro décadas, los científicos han buscado una y otra vez por más individuos de esta elusiva especie, pero no encontraron ninguno. Ellos supusieron que se había ido para siempre.

Pero en noviembre de 2012, biólogos que recorrían los bosques nublados del Río Manduriacu, en la provincia de Imbabura, al noroeste de Ecuador, se encontraron con dos hembras adultas perchadas en hojas por encima de un arroyo.

"A primera vista, no pude identificar la especie, que ni siquiera estaba en mi radar, ya que no se habían visto en 43 años", dice Ryan Lynch, de la organización no lucrativa del Grupo de Biodiversidad, que descubrió el par. "Pero yo sabía que era algo muy raro".

Científicos de la Universidad Católica del Ecuador, en Quito, identificaron más tarde a los animales como sapos andinos de Tandayapa, lo que confirmaba la importancia del hallazgo. "Yo estaba absolutamente extático y un poco sorprendido por la suerte que teníamos", dice Lynch. Este descubrimiento se describe en el último número de la revista científica en línea Amphibian and Reptile Conservation.

Más tarde, el equipo descubrió 16 sapos más de esta especie, cuyo nombre científico es Andinophryne olallai. Los hallazgos incluyen dos metamorfos que se ven como pequeñas joyas en cobre y oro moteado, con líneas blancas serpenteantes sobre el vientre y cinco juveniles. Los adultos son de color marrón y sin patrones de coloración.

Hay tres especies del género Andinophryne, y todos han sido difíciles de encontrar a pesar de cientos de horas de búsqueda realizadas por científicos capacitados.

El sapo andino de Tandayapa era el menos conocido de todos.