Ciudad de México, México, 31 de octubre de 2025 ::: La obra Mujer con bandera (1928) de la fotógrafa Tina Modotti
se sitúa en un análisis sobre la fotografía. Se afirma que es “el medio más satisfactorio de registrar la vida”, una forma de arte que captura la lucha, la acción y la historia social, más allá de la mera estética.
Originaria de la ciudad italiana de Udine, Tina Modotti migró a Estados Unidos, donde laboró como obrera, modelo y actriz dentro de la industria cinematográfica. Inició su carrera fotográfica en México a partir de 1923 en compañía del estadunidense Edward Weston. Estuvo asociada al estridentismo por sus colaboraciones en la revista Horizonte y, por “afinidades estéticas”, a los andamios del muralismo mexicano, una producción que retrató profusamente. En palabras de la historiadora Maricela González Cruz Manjarrez, “Tina Modotti logró documentar y destacar la expresividad de los murales a través de la fotografía, creando con sus encuadres una percepción distinta de ellos”.
Modotti combinó su práctica fotográfica con su militancia política. Estuvo afiliada al Partido Comunista y participó en el Comité Manos Fuera de Nicaragua, agrupación que apoyaba la resistencia del líder Augusto C. Sandino ante la intervención estadunidense en aquel país. Las fotografías de Modotti publicadas en el periódico El Machete eran imágenes de denuncia social y posicionamiento crítico ante el Estado, a veces dando existencia al campesino, sus familias y marchas; otras veces al obrero, su trabajo y sus manos.
En ese sentido, la cuidadosa composición de Mujer con bandera permite que se configure como una alegoría revolucionaria semejante a otras obras como Sombrero, martillo y hoz y Guitarra, canana y hoz. En este caso, la protagonista de la fotografía se ve representada como una muchacha con rasgos indígenas que encarna un ideal de transformación: una mujer que sale a las calles de la ciudad en pie de lucha agraria y obrera. Una imagen “con tono propagandístico” que, de acuerdo con la crítica de arte Mariana Figarella, “al publicarse en numerosas revistas cumplió su cometido, se erigió como un emblema del optimismo y la fe en el proceso revolucionario”.
Aunque todavía muchas de ellas permanecen en el anonimato, las mujeres que participaron en los movimientos sociales y políticos de la época dan cuenta de un interés por tomar la tribuna pública, por cuestionar los papeles que les eran tradicionalmente atribuidos e involucrarse en la cultura, la educación y la política para transformarla. Algunas de ellas se asociaron con grupos relacionados con el gobierno revolucionario, otras con la Iglesia católica, pero Mujer con bandera muestra una tercera posibilidad: las comunistas que se preguntaban por la “cuestión de la mujer” en circuitos contrahegemónicos.
La identidad de la modelo de la imagen se mantiene en discusión y, aunque a veces se la identifica con la líder revolucionaria y comunista Benita Galeana, la mujer representada deja de tener una identidad individual y es convertida en un símbolo que no puede ser disociado de la bandera que carga, una bandera posiblemente de color rojo: el símbolo de la búsqueda de una revolución social por venir.
Como señaló María de las Nieves Rodríguez Méndez en un artículo de la revista Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas: “Completamente comprometida con la ideología comunista, preconizaba en sus tomas la reflexión de su arte como un medio de lucha capaz de contribuir a la producción social del régimen”.
La mujer de la fotografía es una agenta proletaria que se apropia del espacio público, una analogía de Modotti misma al exponer esta imagen-manifiesto en el vestíbulo de la Biblioteca Nacional en diciembre de 1929. En dicha exposición conjuntó su acercamiento al retrato de la modernidad, por medio de imágenes de antenas, máquinas de escribir y estadios de concreto armado, con el de los trabajadores, su hacer, sus manos, su desfile del primero de mayo y el retrato de quien fuera su pareja, el comunista cubano Julio Antonio Mella. Todas estas fotografías muestran encuadres en diagonal, picadas, contrapicadas y acercamientos que construirían su lenguaje de vanguardia.
Para acompañar la exposición, Tina escribió y distribuyó el texto “Sobre la fotografía”, un escrito que circularía más ampliamente por su publicación en la revista Mexican Folkways, dirigida por su amiga Frances Toor, y en la que Modotti colaboraba con frecuencia. En aquel ensayo describió la base de la función social intrínseca del medio: “sólo puede ser producida en el presente y basándose en lo que existe objetivamente delante de la cámara”.
Además del contacto directo con lo real, a Tina le interesaba defender lo que llamaba la “calidad fotográfica”, es decir, aquellas cualidades específicas de su práctica, sus limitaciones y posibilidades, alejándose de la imitación de los cánones pictóricos y la manipulación de la imagen, lo cual permitía su afirmación como “el medio más satisfactorio de registrar la vida”. Una vida que tomaba el espacio público. Una vida revolucionaria.