Japón, 12 de octubre de 2022: Visitar los templos budistas en Japón es una excelente manera de conocer la historia y las

tradiciones del país; los templos son algunos de los edificios más antiguos, firmemente arraigados en la cultura durante siglos. Descubrir el folclore y los rituales que rodean a los templos japoneses permitirá que sus visitantes puedan apreciar la historia, naturaleza y espiritualidad que hacen que Japón sea un destino llamativo para distintos tipos de público.

El budismo se originó en la India, y llegó a Japón a través de China y Corea en el siglo VI; de esta forma, se convirtió en una de las religiones dominantes en Japón, junto con el sintoísmo, la religión nativa del país. Los templos (al igual que los santuarios sintoístas) son los edificios religiosos más abundantes e importantes de Japón, casi todos los municipios cuentan con al menos un lugar de culto, donde también se exhiben y almacenan objetos budistas sagrados.

En este artículo encontrarás cinco de los templos más conocidos y distinguidos del país, lugares sagrados llenos de serenidad, cultura y paz.

Kiyomizu-dera Temple (Kioto)
Situado en una ladera con vistas a un valle y a la propia ciudad, el templo Kiyomizu-dera se asoma a través de un exuberante bosque verde y de los rosados cerezos en primavera. Se puede beber de la pequeña y limpia cascada situada en la parte inferior del templo; se cree que sus aguas poseen beneficios espirituales como la longevidad, el éxito y el amor; sin embargo, hay que ser cuidadosos, pues beber demasiado es considerado como codicioso.

El templo recibe el nombre de la cascada "Kiyomizu", que significa "agua pura"; a un costado de la sala principal se encuentra un gran escenario de madera que ofrece una pintoresca vista de Kioto y del paisaje circundante. Este templo es el más visitado de Kioto y fue construido en honor a Kannon, la diosa de la misericordia. A menudo es sede de eventos especiales como la iluminación nocturna ocasional de color rosa para generar conciencia sobre el cáncer de mama, ceremonias tradicionales y diversas producciones escénicas.

Kinkakuji Temple (Kioto)
Este templo ubicado en el norte de Kioto descansa en la orilla de un gran estanque y está flanqueado por frondosos árboles y arbustos, lo que le confiere una sensación de tranquilidad. Gran parte de su atractivo se debe a que el segundo y tercer piso están cubiertos de oro, que brilla y resplandece bajo los rayos del sol; este aspecto hace que el templo también sea conocido como el Pabellón de Oro.

Cada piso tiene un estilo arquitectónico diferente, entre más atenta sea la observación, se podrán encontrar más detalles. El templo Kinkakuji fue construido en el siglo XIV como la residencia del shogun, o jefe militar supremo de Japón; aunque algunas partes del templo están cerradas al público, el simple hecho de pasear por él y descubrir la vegetación que lo rodea, es una experiencia memorable.

Senso-ji Temple (Tokio)
Con más de mil años de antigüedad, el templo Senso-Ji de Tokio es el más antiguo de la ciudad y también el más famoso, ya que durante siglos peregrinos de todo Japón han acudido a este lugar. Cuenta la leyenda que dos hermanos intentaron devolver una estatua de la diosa Kannon al río Sumida en varias ocasiones, pero cada vez se daban cuenta de que la estatua había regresado al día siguiente.

El templo se construyó en ese lugar en honor a la diosa, la mayor parte de la estructura moderna fue reconstruida después de la Segunda Guerra Mundial; a pesar de ello, sigue siendo un sitio de gran importancia histórica y cultural. Su reconstrucción se consideró una metáfora del renacimiento del país tras la guerra. Gran parte de este complejo budista en Tokio está abierto al público, la mayoría de los edificios son de color carmesí brillante y cada uno es una obra maestra de la arquitectura japonesa.

Todai-ji Temple (Nara)
Es el lugar más popular para visitar en Nara, la antigua capital de Japón (antes de Kioto). Actualmente, con dos tercios de su tamaño original, los turistas parecen versiones miniatura de sí mismos cuando se paran frente a la Sala del Gran Buda.

Todai-ji también alberga la mayor estatua de bronce de Buda del mundo, que mide aproximadamente 15 metros de altura. Desde su construcción en el siglo VIII, el templo Todai-ji ha sido un importante centro del budismo en Japón, hoy en día es la sede de la escuela budista Kegon y es uno de los ocho monumentos de Nara que han sido designados como Patrimonio Cultural de la Humanidad; el notable tamaño de Todai-ji, su extraordinaria estatua de Buda y la relevancia histórica lo convierten en un templo de visita esencial en Japón.

Kōtoku-in (Kamakura)
Conocido por la estatua de bronce del Gran Buda, una de las estatuas de Buda más famosas de Japón, el Kotoku-in suele ser la visita número uno en los itinerarios y el símbolo más conocido de los viajeros a Kamakura. Fue construido en el siglo XIII, durante el periodo Kamakura (cuando Kamakura era la capital de Japón). Tanto el budismo Nichiren como el budismo Zen Rinzai se originaron aquí, por lo que Buda es la imagen más famosa de la ciudad.

El Gran Buda, conocido como Daibutsu, está sentado tranquilamente bajo el cielo, ya que el edificio que lo rodeaba fue arrasado por un tsunami hace siglos, lo único que sobrevivió fue el Gran Buda, sereno y tranquilo entre la devastación total. Aunque ahora gran parte de la estatua se encuentra en un tono verde tras haber estado expuesto a los elementos de la naturaleza por más de mil años, el Gran Buda solía estar cubierto en escamas de oro. Aún se puede ver la evidencia de su antiguo color si se mira el lado izquierdo de la cara de cerca.

Ser practicante del budismo no es necesario para poder apreciar y disfrutar de la calma, paz y serenidad que estos sagrados lugares otorgan; sin embargo, tener cierta noción de la religión y sus prácticas puede abonar a que la visita a los templos sea una experiencia más completa en el sentido espiritual.