Ciudad de México, México, 14 de agosto de 2025 ::: El Museo Universitario del Chopo cumple cincuenta años
de vida. Se ha consolidado como un referente en el panorama cultural mexicano. Desde su inauguración el 25 de noviembre de 1975 ha desafiado al sistema convencional del arte y ha albergado voces emergentes alternativas y experimentales,
Esta trayectoria será celebrada con un programa diverso que se extenderá durante varios meses y que comienza con la inauguración de la exposición retrospectiva Era un árbol y se convirtió en un bosque, el jueves 21 de agosto a las 14:00 horas
En conferencia de prensa, Rosa Beltrán, coordinadora de Difusión Cultural de la UNAM; Sol Henaro, directora del Museo Universitario del Chopo, y Karol Wolley, curadora, en representación de un equipo curatorial formado, explicaron que el programa de actividades conmemorativas no celebra una gestión sino el trabajo de todas las personas que le han dado un distintivo a su paso por la institución.
“Lo que hicimos fue generar un programa integral que pudiera dar cuenta de alguna manera de las muchas patitas que este museo alimenta. Nos era muy importante convocar lo que venimos diciendo mucho en esta gestión, que se trata de un centro social travestido de museo”, indicó Henaro.
Para ello, se llevaron a cabo “ejercicios de memoria”, a fin de honrar a otros agentes que han sido muy importantes para el Museo. Es por ello que algunas salas llevarán el nombre de Elena Urrutia, directora del Museo y una de las primeras feministas; de Jorge Pantoja, joven trabajador del museo que en su momento fue artífice de un concurso de rock y del tianguis del Chopo; así como de José María Covarrubias, creador de la Semana Cultural Lésbica Gay, y que hoy se llama Festival Internacional de Diversidad Sexual (FIDS).
Beltrán destacó la historia del edificio, muy anterior a que fuera museo y que sigue repercutiendo en su existencia actual. Traído desde Düsseldorf pieza por pieza, utilizado como pabellón japonés durante las fiestas del centenario de la independencia de México, en la época de Porfirio Díaz, museo de historia natural que contenía osamentas prehistóricas y luego caído en una etapa de abandono, explicó.
“Afortunadamente en 1975 con la genial visión que siempre tuvo el rector Soberón, la Universidad toma el museo en sus manos. A partir de entonces se convierte en este museo tan vivo, tan ecléctico, tan interesante que está siempre en diálogo con la comunidad que lo rodea aquí en Santa María La Ribera y un poquito más lejos”, añadió.
Señaló también el papel fundamental que desempeñaron algunas figuras que estuvieron al frente de la institución para que avanzara en su misión de inclusión y diversidad, como Elena Urrutia y sus talleres de literatura feminista; Ángeles Mastreta y su programa de artes vivas; Arnold Belkin, quien desata la potencia de las artes visuales en toda su magnitud o José Luis Paredes Pacho, quien abogó por su conexión con la cultura popular, los fanzines, o la cultura LGBTI, entre otros. Sin olvidar el tianguis del Chopo, que tuvo sus inicios en el edificio del Museo.
Sobre la exposición inaugural de los festejos, Wolley comentó que su título hace referencia a que el chopo es una especie de álamo que antes se encontraba en esa zona de Santa María La Ribera.
“Imaginábamos en sus orígenes a este museo como un agente singular, si bien enmarcado en un contexto universitario, que con el paso del tiempo, con su programación se fue convirtiendo en un lugar de encuentros, de diálogo, de refugio”.
Para relatar los 50 años del Museo en una exposición, agregó, se decidió conformar un seminario en el que participó buena parte del equipo. La investigación colectiva abrevó en los acervos propios: el documental, el histórico, el archivo desobediente, la fanzinoteca y la colección artística. Como es de esperar, esto llevó a ampliar el horizonte de investigación, llegando a la hemeroteca nacional, el archivo del Instituto de Biología, la Filmoteca de la UNAM o la Fonoteca Nacional, entre otros.
El seminario dio paso al equipo coordinador curatorial, integrado por Sofía Carrillo, Carlos Gasca, Israel García, Sol Henaro y la propia Wolley.
Wolley resaltó que no se trata de una típica exposición cronológica. Se comisionó a la artista Wendy Cabrera Rubio que reimaginara el gabinete de curiosidades, modelo museológico del siglo XVIII que tiene íntima relación con la propia historia del museo, sobre todo con su pasado de museo de historia natural, y que lo conformara con humor, a través de documentos históricos en diálogo con piezas contemporáneas.
El cineasta Pío Longo recibió la comisión de plantear el retrato del museo, al que caracterizó como una madriguera de imagen y movimiento para hacer una interpretación subjetiva de algunas leyendas, anécdotas, memorias y afectos que se han encontrado a lo largo de la historia del Museo.
APRDELESP, oficina de arquitectura dedicada a la investigación del espacio y su apropiación, tuvo a su cargo imaginar una operación para presentar la diversidad tipológica que conforma el archivo documental, señaló la curadora.
Además del modelo museológico del gabinete de curiosidades, Wolley mencionó que la inspiración expositiva abarcó otros tres modelos.
“El salón del siglo XVIII, el centro de documentación y una exposición en un formato de exposición contemporánea de documentos y arte”.
Finalmente, Henaro compartió que se llevará a cabo una publicación dedicada a las infancias, para que asistan y disfruten del museo con sus acompañantes, teniendo entrada libre. Se renovará la página web, se rediseñará el repositorio del Archivo Desobediente, centrado en el arte del fanzine. Se fortalecerá el archivo histórico, así como la colección artística del Museo, dotada de 368 piezas.
Además, tendrá lugar un concierto de Astrid Hadad; habrá un programa especial de actividades cinematográficas, como la colaboración con el Festival Macabro, y se elaborará una publicación emblemática con la historia del Museo que aparecerá en 2026.
El 25 de noviembre, día del aniversario, se inaugurará la exposición Quetzalcoatlus, de la artista Marta Palau, que incluye una estructura de 11 metros de longitud fabricada con papel, amate y ramas, que penderá del techo del recinto y que será restaurada de manera abierta al público, para finalmente ser suspendida en este mismo espacio que la acogió en 2003.