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La Astronomía y la Astrología nacieron juntas hace más de 5,000 años en Mesopotamia, al menos los registros encontrados en tablillas de barro con escritura cuneiforme así lo demuestran. Seguramente la astronomía, como el estudio sistemático del movimiento de los astros, debió nacer muchos años antes del invento de la escritura y aunque no tenemos registros escritos su contamos con la evidencia de monumentos levantados en diferentes partes del mundo y que se asemejan unos a otros en que están alineados con los solsticios de verano o de invierno, que son los días más largos o más cortos del año.

No hace mucho salió una fotografía tomada en New York a lo largo de la calle 34 donde se ve ocultarse el sol justo en medio de los altos edificios de esa ciudad, significa esto que los arquitectos planearon New York como un gran observatorio solar, por supuesto que no, el sol sale y se mete en el horizonte pero no exactamente en el este o el oeste respectivamente, solamente en los equinoccios de primavera o de otoño lo hace en ese punto cardinal, los demás días el sol parece moverse hacia el norte cada día hasta llegar a un máximo en el solsticio de verano y luego hacia el sur hasta el solsticio de invierno, el día más corto del año en el hemisferio norte, siendo así hay dos días del año en que la puesta del Sol en New York coincide con la orientación de la calle 34 (y seguramente de las demás) ¿entonces porque no simplemente afirmamos que la alineación de Stonehenge, Chichen-Itza, Machu-Pichu y tantas otras construcciones son mera coincidencia? Pues porque estos monumentos megalíticos coinciden exactamente en los solsticios, ya sea de verano o de invierno o de ambos, tanta precisión no es casual.

El sol, el astro más brillante de los cielos que da calor y energía a nuestro planeta ha sido tan importante para la humanidad que se construyeron templos y se nombraron a los dioses como el Dios egipcio Aton, el mismo Jesucristo se representa a veces con un sol en forma de aureola. En la india se construyó el que es considerado el primer reloj de sol con una precisión de pocos segundos, sin embargo cada uno de los observatorios de la antigüedad se puede considerar como un calendario solar.

En la actualidad ya no necesitamos relojes solares ni monumentos que nos sirvan de calendarios, pero seguimos midiendo el tiempo en ciclos de órbitas terrestres alrededor del sol, nosotros mismos destejamos nuestro cumpleaños cuando el sol se encuentra nuevamente alineado con las estrellas o la constelación con la que estaba alineado el día que nacimos, he aquí una práctica de la Astronomía y la Astrología que tenemos arraigada desde nuestro nacimiento, sin que eso signifique que en los astros está escrito nuestro futuro.

@SergioUniverso