México, 10 de octubre 2023—Una cabeza de serpiente mexica labrada en piedra emergió durante el sismo

del 19 de septiembre de 2017, tras siglos oculta bajo la Antigua Escuela de Jurisprudencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Desde entonces el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) trabaja en recuperar su color.

 Se trata de una impresionante pieza de 1.80 metros de largo, 1 metro de alto y 85 centímetros de ancho, que pesa aproximadamente 1.2 toneladas.

La figura destaca porque, a pesar sus 500 años de antigüedad, al momento de su descubrimiento aún conservaba policromía en 80% de su superficie. Sin embargo, conservar sus colores luego de que salió a la superficie ha sido un gran reto para especialistas del INAH.

La dificultad radica en que la paleta de colores que los mexicas utilizaban para decorar templos e imágenes de oculto fueron obtenidos de materiales minerales y vegetales sumamente frágiles.

Por tal motivo la pieza está desde hace seis años en una cámara sellada, habilitada para que lenta y cuidadosamente pierda la humedad acumulada durante siglos sin perder su policromía. Se prevé que este proceso finalice a principios de 2024.

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Aunque todavía no se cumple el plazo establecido, los especialistas tienen una idea de cómo luciría la cabeza de serpiente mexica. Hasta el momento han sido identificados rastros de colores ocre, rojo, azul, negro y blanco.

::: El reto de conservación de la cabeza de serpiente :::

Tal como se mencionó, la policromía de la cabeza de serpiente mexica es frágil. Es por ello que está en una cámara sellada, en la cual fueron utilizadas películas plásticas.

No obstante, no sólo se tomaron las medidas necesarias para que el espacio en el que está permanezca cerrado herméticamente. Al interior también fueron dispuestos humidificadores y registradores de datos para controlar permanentemente la humedad del vestigio.

Y es que la pérdida de colores no es el único riesgo, según explicó María Barajas Rocha, restauradora adscrita al Museo del Templo Mayor (MTM), quien lidera al equipo a cargo de la conservación de la ancestral pieza.

“Nuestro objetivo está en que la cabeza de serpiente pierda la humedad que acumuló durante siglos de manera lenta y cuidadosa, para que esta salga desde los poros internos de la roca hasta su superficie, ya que si el proceso se acelera pueden generarse pérdidas de color e, incluso, grietas o cristalizaciones de sales en la piedra”, declaró.

El equipo coordinado por Barajas Rocha está compuesto por tres expertos en conservación del MTM y una restauradora independiente. Además, cuentan con el apoyo de especialistas de las facultades de Arquitectura e Ingeniería de la UNAM.

La restauradora que lidera el proyecto tiene experiencia previa en preservación de la policromía de piezas prehispánicas. Años atrás coordinó la labor de conservación de color en el monolito de la diosa Tlaltecuhtli, descubierta en 2006 y actualmente expuesta en el Museo del Templo Mayor.

El monolito, tallado en piedra volcánica, fue encontrado mientras se excavaba la parte frontal del Templo Mayor de Tenochtitlan, en busca de vestigios mexicas. De inmediato llamó la atención que la pieza, que representa a la Diosa de la Tierra, estaba pintada de amarillo.

Hoy forma parte del acervo del MTM, un recinto con ocho salas que recrean la vida en Tenochtitlan y que innova constantemento con exposiciones temporales sobre aspectos específicos de la sociedad mexica.

La actual exhibición temporal es “Insignias de los Dioses”, una colección de más de 100 piezas talladas en madera que fueron restauradas a partir de una técnica japonesa que consiste en sustituir paulatinamente al agua acumulada por una mezcla de azúcares sintéticos.