Barcelona, España, 24 de noviembre de 2025 ::: "Este proyecto se estructura a partir de un binomio que
nunca se había aplicado a la obra de Marta Palau: historia y magia", afirmó Imma Prieto, directora del Museu Tàpies. La exposición es la primera gran muestra internacional dedicada a la artista tras su fallecimiento en 2022.
“Este tiempo cíclico explica cómo en su visión las crisis purifican, pero también cómo la humanidad repite sus abismos”, dijo Prieto mientras señaló algunos dibujos expuestos junto a las instalaciones textiles. Ese orden revela el modo en que Palau comprendía las tensiones entre vida y muerte, entre Eros y Tánatos, y cómo esas fuerzas atraviesan un cuerpo siempre situado en el territorio. De ahí que la curadora coloque a la historia y a la magia como polos que no se oponen, sino que se alimentan: la primera abre una lectura sociopolítica y la segunda, un anclaje espiritual profundamente terrestre.
La curaduría ubica la magia como un “más aquí”. No se trata de un espacio religioso ni sobrenatural, sino de una fuerza vinculada a saberes ancestrales, al chamanismo y a la relación ritual con la naturaleza. Palau la reconoció tardíamente en su obra, nos contó Prieto, pero una vez consciente, la integró como un modo de leer el mundo. Piezas como las Naualli, que nos remiten al concepto de mujeres protectoras, de visión o de poder, evidencian ese cruce entre espiritualidad, cuerpo femenino y tierra.
Marta Palau (Albesa, Lleida, 1934–Ciudad de México, 2022) fue pionera en el arte textil, transformado en escultura y en una serie de significaciones y usos que no eran comunes en su tiempo. Incorporó en su arte materiales naturales que le acercan a lo ancestral y a lo acológico. Se interesó también por la instalación, el dibujo, la pintura y la escritura.
La muestra, producida en colaboración entre el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) y el Museu Tàpies, después de su presentación en Barcelona, llega a México, donde permanecerá abierta al público hasta el 3 de mayo de 2026. Además de las obras textiles, características de Palau, incluye pintura, dibujo e instalaciones que dialogan con materiales documentales del Fondo Marta Palau, resguardado por el Centro de Documentación Arkheia del MUAC. Muchos de los cuales nunca se habían exhibido.
“Marta se sabía exiliada y migrante. Su obra nace de esa doble conciencia: la autobiográfica y la sociopolítica”, comentó Prieto al recordar la importancia de la frontera en la vida de la artista, quien llegó a Tijuana con su familia huyendo del franquismo en 1941. Esa experiencia se transformó en obras como Nómadas II o Doble muro, donde los rastros de los cuerpos revelan la precariedad y la resistencia de quienes se ven forzados a cruzar territorios.
La dimensión textil, por la que Palau es considerada pionera en Latinoamérica, también adquiere nuevas capas desde el binomio conceptual. Su formación con Josep Grau-Garriga y su interés por materiales autóctonos la llevaron a expandir el tapiz hacia terrenos escultóricos, explicó Prieto. Obras como Ilerda V o Cascada manifiestan un lenguaje que es a la vez escritura, memoria y gesto político. La artista absorbió tradiciones indígenas y europeas sin jerarquizarlas, entendiendo el textil como un conocimiento transgeneracional y como un campo de resistencia.
“Nunca he visto a nadie trabajar el textil como ella. Su visión era adelantada a su tiempo y profundamente situada”, señaló Prieto. Esta lectura se refuerza con la última sala de la exposición, dedicada al autorretrato. Allí, rostros, manos y máscaras revelan un yo que se disuelve en lo colectivo, un cuerpo permeado por la naturaleza y por las huellas de quienes lo precedieron.
La exposición dialoga, además, con la restauración de Quetzalcoatlus, la monumental pieza que Palau creó en 2003 para el Museo del Chopo y que vuelve a exhibirse después de dos décadas en ese espacio. Hecha con ramas, hojas y corteza, la obra retoma la dimensión mítica en la que la artista transitó entre historia, naturaleza y espiritualidad.