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Con el propósito de rescatar las aportaciones de la pianista Alba Herrera y Ogazón (1885-1931), quien es considerada la primer musicóloga de este país, fue reeditado, en versión fascímilar, su libro “Puntos de vista. Ensayo de crítica”, críticas de música publicadas en medios de su época.

Se trata de un libro editado en 1921, que se considera punta de lanza de musicología en México, y cuya reedición busca revalorar las aportaciones de Herrera, explicaron Juan José Escorza, profesor de la Escuela Superior de Música del INBA, quien presentó el volumen en la sala Adamo Boari, del Palacio de Bellas Artes.

En el acto, organizado en días pasados por el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical (CENIDIM) Carlos Chávez del INBA, el investigador hizo una semblanza de Herrera, a quien recordó como oriunda de Guadalajara, Jalisco.

Herrera, dijo, estudió en el Conservatorio Nacional de Música, donde se graduó como concertista, se perfeccionó en la Academia Virgil de Nueva York y a su regreso a México desarrolló una notable carrera como compositora, concertista, profesora y conferencista.

No obstante sus aportaciones, reconoció, su carrera no ha sido valorada en su justa medida. El primer reclamo lo hizo el maestro Luis Sandi en 1966, cuando declaró que Alba Herrera “es uno de esos valores mexicanos injustamente olvidados”.

Recordó que fue becada por el propio Justo Sierra, pero esa beca le fue desviada por un funcionario público en su beneficio.

Al descubrir su facilidad para escribir, Alba Herrera y Ogazón incursionó en la crítica musical, la cual se caracterizó por no dar concesiones. Su mirada crítica alcanzó hasta a autores como Manuel M. Ponce y el propio Claude Debussy.

En ese rubro, además, Alba Herrera ?mencionó Escorza– es autora de obras fundamentales para la historia de la música mexicana: El arte musical en México (1917), Historia General de la Música (1931) y Puntos de vista. Ensayos de crítica (1931), entre otros.

La pianista, agregó Escorza, fue pionera de la educación musical en México y cuando el Conservatorio Nacional de Música se separó de la Universidad para pasar a manos de la Secretaría de Educación, logró, junto con otros compañeros, impulsar la Escuela Nacional de Música de la UNAM.

En su momento, la doctora Gabriela Cano, coordinadora de la Maestría en estudios de género de El Colegio de México, se refirió a Alba Herrera como parte del grupo El Ateneo, donde también “se le mantuvo en la sombra”, dadas las ideas de la época que confinaban a las mujeres a labores domésticas y a que la música “era una virtud de algunas clases sociales, pero no una profesión donde debieran destacar las mujeres”.

Por su parte, Gabriela Cano recordó a Alba Herrera como una transgresora de las costumbres de la época y del mismo Ateneo, junto con otra mujer de nombre María Enriqueta.

“Baste recordar que la pianista interpretó por primera vez en México todas las sonatas de Beethoven en 1919, en compañía de Julián Carrillo. Pero además, sus mayores aportaciones a la cultura mexicana fueron en el terreno ensayístico como historiadora de la música”.

También investigadora del CENIDIM, Yael Bitrán Goren, quien hace el prólogo de la edición facsimilar del libro de Herrera Ogazón, se refirió a ella como “una mujer atípica por su polifacética actividad como profesora de piano, escritora y concertista, lo que la llevó, además, a desarrollar una interesante actividad política”.

La calificó como culta, independiente y transgresora, y destacó su empeño al enfrentar a las autoridades para pedir la creación de la Escuela Nacional de Música a la UNAM. Además, dijo, antes ya había participado en la organización del Primer Congreso Nacional de Música en 1926.