EEUU, 4 de agosto de 2025 ::: A día de hoy, la utilización de los fármacos contra la obesidad en adolescentes,

entre 12 y 18 años, todavía es limitado, entre otras razones por la falta de estudios clínicos en la población pediátrica y por el coste que supone a las familias un tratamiento de este tipo.
 “Está probado su uso en un adolescente con una obesidad severa, o menos severa pero con factores añadidos, como diabetes, hipertensión o hígado graso, y por encima de los 12 años”, franja de edad a partir de la que se han desarrollado los ensayos clínicos, explica a EFEsalud la pediatra Mónica Ruiz Pons, de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y especialista en nutrición infantil.

::: Fármacos, pero también un cambio de hábitos
En este contexto, un equipo de investigadores del Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria de Santa Cruz de Tenerife, liderado por la doctora Ruiz Pons, ha realizado un estudio observacional con 62 adolescentes entre 12 y 18 años con obesidad severa que han publicado en la revista Anales de Pediatría de la AEP.
El fármaco empleado es la liraglutida (Saxenda o Viztosa son sus nombres comerciales), que fue el primer agonista del receptor GLP-1 aprobado por la Agencia Europea del Medicamento (EMA) en 2021 y posteriormente en España. Le siguieron los medicamentos de semaglutida (Ozempic y Wegoby).
A 31 de estos jóvenes se les administró la medicación junto a una pauta de hábitos saludables, alimentación y ejercicio, durante una media de 6,9 meses; mientras que los otros 31 solo siguieron un programa de modificación de estilo de vida.
Y los resultados arrojaron una pérdida significativa de peso en el grupo tratado con fármacos y estilo de vida: casi la mitad logró reducir más de 5 % su Índice de Masa Corporal (IMC), que establece la relación entre masa corporal y estatura, y el 29 %, el 10 % de este indicador.
De los otros 31 adolescentes con obesidad severa que solo cambiaron su estilo de vida, el 3 % alcanzó el 5 % de reducción y solo un 1 % logró el 10 %.
La doctora explica que, con obesidad severa, las modificaciones en el estilo de vida permiten una pérdida de peso reducida, pero si complementa con este fármaco se va a conseguir una mayor eficacia.
“Y esto ayuda al adolescente, empieza a perder peso, se ve bien, hay un refuerzo positivo, empieza a hacer ejercicio y ya se engancha. Es un complemento de ayuda para afianzar esos cambios en los estilos de vida que tanto nos cuestan”, afirma.
La pediatra comenta que hay pacientes que han perdido entre 10 y 20 kilos, dependiendo del peso de partida y teniendo en cuenta la edad de cada uno de los afectados.

::: También mejoran otros parámetros
Pero los pacientes del grupo con tratamiento farmacológico, además de bajar de peso, mejoraron sus parámetros en insulina, triglicéridos o presión arterial, mejoras que se mantuvieron seis meses después de finalizar el tratamiento, lo que sugiere, según los investigadores, un posible efecto sostenido en el tiempo.
Respecto a la recuperación del peso una vez finalizado el tratamiento, la experta precisa que todavía en los niños es pronto para sacar conclusiones de un seguimiento a largo plazo.
“En adultos se ha visto que una vez se interrumpe la terapia farmacológica puede haber un repunte del peso, pero no tanto como el peso del punto de partida, y con los niños se supone que puede pasar algo parecido”, explica.
Pero también, advierte: “Puede que hayan conseguido cambiar los hábitos y los mantengan en el tiempo”.
Y es que estos medicamentos actúan activando los receptores GLP-1 en el hipotálamo, una parte del cerebro, que ayuda a disminuir el apetito, aumenta la sensación de saciedad y controla el impulso de comer por ansiedad.
“Creo que en el caso de los adolescentes, este tratamiento debe estar más sostenido en el tiempo”, apunta la especialista quien propone otras alternativas, como ir espaciando dosis de forma controlada, hasta ir dejándolo de forma progresiva.
En el caso de la liraglutida, la administración es diaria mediante un autopinchazo.

::: Tratar a los adolescentes con fármacos para la obesidad es caro
“El problema es que este tratamiento hay que pagarlo y mensualmente puede llegar a 280 euros. No todos los bolsillos se pueden permitir un tratamiento a largo plazo”, sobre todo porque la obesidad azota a sectores sociales más desfavorecidos.
Pero, en su opinión, hay que poner las cartas sobre la mesa y contar a los padres que existe esta terapia para que puedan decidir.
Y considera que la financiación de estos fármacos por la sanidad pública ayudaría a combatir la obesidad pero, advierte, siempre que sea un complemento que acompañe a un cambio en los estilos de vida.
Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, de 2023, la prevalencia de obesidad a los 12 años en España es del 8,1 % en niños y del 8,7 % en niñas. A los 14 años, se sitúa en el 8,4 % y el 6,8 %, respectivamente.
La obesidad severa a los 12 años es del 1,7 % en niños y 1,8 % en niñas. A los 14 años, es del 2 % en niños y 1,6 % en niñas.
Los investigadores piden valorar el uso de estos fármacos en casos seleccionados, especialmente en pacientes con obesidad severa que no respondan tras 4-6 semanas de cambio de conducta respecto a los hábitos de vida.
“Antes nunca hemos tenido un tratamiento farmacológico para la obesidad y la aparición de estos fármacos hace que, al ser niños, parece que cueste más ponerlos. Siempre nos hemos centrado en la prevención pero, realmente, no ha sido nada fructífera”, concluye la médica de la AEP Mónica Ruiz Pons.