España, 3 de octubre de 2025 ::: La especialista Elena de la Torre sugiere hacer un puzle si no puedes dormir.

Ella afirma que urge educar y reeducar. Además, destaca que cada vez son más las personas que manifiestan problemas de descanso o de insomnio.

 Un informe reciente, el 'Estudio Sanitas sobre la salud del sueño’, señalaba que la población española duerme una media de 6,5 horas diarias y que casi un 87 % de las personas encuestadas se despierta por la noches. El estrés, la ansiedad y las preocupaciones provocadas por realidades económicas o familiares aparecían como las causas principales.
Fernández, que es jefa de servicio del área de neurofisiología clínica del Hospital Regional Universitario de Málaga y doctora en el hospital Quirónsalud, también de Málaga, ratifica, desde la experiencia, que “la población duerme mal”, y no solamente en España.
“Ser seres productivos”, dedicados a lo que sea todo el rato, “no deja tiempo para el sueño”, lo cual perjudica al sistema nervioso, que en el sueño necesita ser reparado tras un día de actividad, de no parar.
No favorecen una correcta higiene del sueño desajustes horarios en la cena o en los momentos de acostarse y levantarse, o cambios horarios como el que se avecina en unas semanas, o no alimentarse adecuadamente por las noches. Al menos nos queda, como hábito beneficioso, la siesta, apunta la especialista.

::: Cinco hechos que revelan poco conocimiento
Fernández se ha integrado junto a otros profesionales sanitarios en la iniciativa 'Desvelados’ con el fin de sentar las bases de un mejor abordaje del insomnio en el modelo sanitario español.
La lectura de la situación enseña carencias como las siguientes:
1. Conocimiento
El punto de partida es una constatación: del insomnio se sabe poco. “Es un gran desconocido”, dice la doctora, a pesar de que todos hemos tenido episodios en los que no hemos podido dormir, o hemos dormido peor. 
Cuenta Fernández que recientemente, en una reunión de profesionales dentro de la iniciativa 'Desvelados’ (promovida por la compañía biofarmacéutica Idorsia), coincidieron los ponentes en que el insomnio incluye una tipología sobre la que prevalece la ignorancia. Se conoce el insomnio crónico, se conoce el derivado de particularidades hormonales o el que proviene de trastornos de hiperactividad, entre otros. Pero la constatación, el punto de partida es que se sabe poco.
2. Educación
A la sociedad le falta educación sobre el sueño. Educación que tiene que comenzar donde empieza la educación en general: en el colegio. Y no sólo se trata de enseñar a la infancia. 
Los profesores y profesoras deben disponer de recursos, en especial conocimiento, para detectar problemas de sueño en su alumnado. Niños o niñas que se muestran cansados, o a los que prestar atención les resulta costoso, pueden ser niños o niñas con problemas de sueño. Y esto, recuerda Fernández, es como avisar a los padres y madres de que el menor quizá deba usar gafas porque parece que no ve bien.
La educación, sin embargo, ha de ser “global”, recalca la doctora. Al margen de la edad, la gente debería conocer hábitos de higiene del sueño como las conveniencias de cenar pronto y cenar ligero, no usar pantallas antes de acostarse, mantener regularidades al irse a dormir y para despertar, etc.
3. Formación
“Las enfermedades del sueño no tienen cabida actualmente en el sistema sanitario”, sostiene Fernández antes de incidir en que no existe “una estrategia común” o un protocolo que, además de definir el itinerario clínico, defina preguntas de médico a paciente encaminadas a un diagnóstico lo más certero posible. 
Sería fundamental, no obstante, volver al origen, mirar a la universidad. Afirma la especialista que durante la carrera se trata la problemática de la falta de sueño, así como los trastornos relacionados, pero no el tiempo que se debería. 
Más presencia de la disciplina en la universidad se traduciría en una mejor formación en un área en especial, la atención primaria. 
Y del mismo modo que una mejor formación facilitaría el diagnóstico, facilitaría también la derivación a unidades especializadas porque se localizarían mejor “red flags”, en palabras de la doctora.
4. Terapias
Cómo proceder al diagnóstico y al tratamiento es cuestión que ocupa a los profesionales de 'Desvelados’. En las reuniones celebradas hasta la fecha han puesto de manifiesto las dificultades para definir el cuestionario que facilite la identificación del trastorno y para personalizar tratamientos. 
Además de reparar en las limitaciones del tiempo de consulta y en la saturación de trabajo de los médicos y médicas de atención primaria, especialistas en el sueño como la propia Fernández reclaman la adopción de terapias cognitivo-conductuales para “educar en buenos hábitos de sueño”.
“Enseñar hábitos, educar y reeducar. Por ejemplo, ¿qué hacer si te despiertas por la noche? Tendemos a quedarnos en la cama, dando vueltas, cuando lo positivo es levantarse y hacer actividades, digamos, que parecen aburridas, no sé, hacer un puzle. Al cerebro, así, le vas reeducando. Esta educación sobre el tiempo en el que estar en la cama es muy importante y una herramienta efectiva”, explica. 
5. Mitos
“Mitos” como el citado en el párrafo anterior están instalados en el imaginario colectivo. Otros serían la garantía de descanso si duermes exactamente ocho horas o todo lo que cabe en el dicho popular 'A quien madruga, Dios le ayuda’.
La desinformación no es un obstáculo pequeño llegados a este punto. Dos ejemplos más: pocas horas de sueño, si son de calidad, reparan mejor o que los trastornos en el descanso nocturno depende en gran medida de la personalidad.
“El insomnio está infradiagnosticado porque no se ve como problema, la gente asume que es así, que no duerme o duerme mal, y lo ve como algo propio de ciertas circunstancias, por ejemplo la menopausia en mujeres. Y entonces no lo comentan con el médico”, concluye.