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La actividad física se manifiesta en diversos beneficios para la salud, pues el ejercicio constante, además de eliminar grasas del cuerpo, también reduce los riesgos de enfermedades hereditarias como la diabetes melitus tipo 2.

De acuerdo con un estudio elaborado por investigadores de la Universidad de Lund, Suecia, el ejercicio, aunado a una dieta equilibrada, puede modificar la estructura genética en personas que tengan tendencia a padecer esa enfermedad por factores hereditarios.

En ese sentido, los especialistas demostraron que llevar a cabo actividad física “cambia la expresión genética hasta hacer que una enfermedad como la diabetes melitus tipo 2 ya no se desarrolle e incluso no se herede”.

Por el contrario, advirtieron que el sedenterismo y la ausencia de una dieta adecuada, “aumenta las calorías, hace que la persona sea gorda y aterrice en enfermedades más peligrosas y graves”.

Los expertos del Departamento de Ciencias Clínicas, Epigenética y Diabetes de la citada casa de estudios expusieron que la falta de ejercicio también aumenta el riesgo de padecer otros problemas de salud, como las afectaciones cardiovasculares.

La diabetes tipo 2 “es causada por una compleja interacción de factores heredofamiliares y de estilo de vida, por lo que los individuos que presentan alto riesgo de padecerla pueden recurrir a tratamientos no farmacológicos, como una dieta benéfica.

Para efectos de ese análisis, los especialistas indicaron que reclutaron a 23 hombres saludables de al menos 35 años que no efectuaban actividad física alguna y que en su cuadro genealógico hubiera familiares diabéticos.

La instrucción para esas personas fue que hicieran ejercicio de forma regular durante seis meses, en sesiones de tres veces a la semana.

A los participantes se les practicó una biopsia de grasa abdominal al inicio y al final del estudio, con el propósito de medir el nivel de expresión de los genes en estas células.

Luego de esas actividades, el resultado fue que después de haber expuesto a los voluntarios a ese plan de actividad física, se observó que la expresión de los genes del tipo adiposo cambiaron.

Además, se constató que los niveles de metilación del ADN aumentaron, lo que “pudo provocar alteraciones en la transcripción genética”, y se comprobó que el ejercicio “no se limita únicamente a las células de grasa, sino a todo el metabolismo dando como resultado que éste funcione de manera equilibrada y bien”.