LA TRAICIÓN DE LOS INDEPENDIENTES

Lo blank y lo negro

La voz de la ciudadanía se hacía escuchar finalmente, tras años de hacer patente la solicitud de candidaturas independientes, en abril de 2012 las comisiones de

Gobernación y Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados aprobaban el dictamen de Reforma Política, el cual incluía a esta figura; las modificaciones aprobadas permitirían a los ciudadanos no afiliados a partidos políticos, acceder a alguna candidatura a puestos de elección popular, entrando en práctica el nuevo ejercicio para la elección federal de 2015. Sin duda alguna se alcanzaba una victoria social.

Para ese 2015, la figura se consolidaba con la elección de varios candidatos ciudadanos para diversos puestos, alcanzando incluso una de las importantes gubernaturas de la república; la opción ante la partidocracia mexicana parecía estar materializada, y aunque se observaba que ahora comenzaba a ser usada por aquellos que otrora tuvieran ciertas afiliaciones partidistas, seguía en definitiva siendo aceptada y conservaba su sentido primario: dar voz a los ciudadanos en repudio a las viejas prácticas que el sistema partidista mexicano permitía.

Para este 2018, la figura de las candidaturas independientes ha puesto su reputación e integridad en tela de juicio y lo ha hecho precisamente a través de las prácticas de aquellos que planeaban verse beneficiados con las mismas, me refiero a los aspirantes a candidatos independientes a la presidencia de México, específicamente a aquellos a quienes podría denominárseles punteros, pues de los 48 inscritos, era claro que Jaime Rodríguez, Armando Ríos Piter y Margarita Zavala, tenían posibilidades más ciertas de ver su nombre en la boleta electoral.

Efectivamente, el Instituto Nacional Electoral negó el registro como candidatos presidenciales a dos de los tres ciudadanos mencionados, porque a pesar de haber recolectado más de las 866 mil firmas requeridas para ejercer ese derecho, muchas de ellas presentan inconsistencias o simplemente son falsas, la proporción es la siguiente: 59 de cada 100 firmas presentadas por Jaime Rodríguez no son válidas, 86 de cada 100 presentadas por Armando Ríos Piter comparten esta característica, al igual que 45 de cada 100 por parte de Margarita Zavala. La pregunta entonces es: ¿Dónde está la congruencia?

Si bien es cierto, los candados o requisitos a impuestos a los aspirantes a candidatos independientes son altos, también lo es que aquellos que ansiaban esta condición lo sabían, y al suscribir el compromiso de reunirlos, estaba implícita la obligación de hacerlo con rectitud y con apego a la ley. Sin embargo, tal parece que no fue así, y que aquellos vicios provenientes del actual sistema político, que tanto aducían en sus discursos, y que se convirtieron en blasón de batalla, terminaron por replicarse en su lucha por alcanzar el poder.

La siguiente interrogante seria ¿Qué tan válido es el registro otorgado a la que parece será la única candidata independiente? Y lo planteo desde el punto de vista ético, pues si bien cumplió con el número de firmas requeridas, recordemos que el 45% (muy cerca de la mitad que presento) son también falsas. Es decir ¿Puedes ser 45 por ciento deshonesto y aun así ser reconocido con una candidatura?

Fue la ciudadanía quien logró en su momento esta victoria y sin duda alguna también será la mejor juzgadora en el escenario que los ex aspirantes independientes han montado, lo cierto sin dudarlo, es que un actuar de este tipo constituye un desprestigio y una traición a quienes pugnaran por la existencia de esta figura, pues muchas esperanzas se diluyen irremediablemente en ese acto. A la sociedad la opinión, a la FEPADE la determinación de responsabilidades.