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En este mundo hay gente buena y gente mala. Y no es que me haya dado por ponerme filosofo, sino que simplemente hay verdades que duelen y otras que lastiman, pero como dicen por ahí la verdad siempre sale a flote, y en el caso del que me ocupare en estas líneas que escribo bastante enmuinado, daré a conocer algo que seguramente muchos saben pero que nadie ha valorado en su justa dimensión porque ahora las cosas parecen importar poco ante el cinismo con que se han conducido la mayor parte de los gobernantes de la Ciudad de México.

Y es que aunque yo no haya nacido aquí soy de aquí por decisión propia y porque aquí es donde la vida me permitió hacer lo que me gusta y lo que también no me gusta. Pero aclarando que lo que no me gusta no lo hago, pero lo que si, sí. Y no es que pretenda yo enredar a mis numerosos lectores, simplemente es que a veces las cosas no son como uno quiere por mucho que empuje en esa dirección. Aquellos que dicen que solamente quienes se empeñan en alcanzar las cosas son los que triunfan, seguramente nunca han tenido un gobierno como los que padecemos muchos de los que habitamos en el Distrito Federal. Y mira que hemos sido bastante aguantadores desde hace poco más de dieciocho años en que nos vendieron la esperanza como la panacea para salir de los problemas que se nos han acumulado durante tantos años.

Ahora es la desesperanza la que nos agobia ante tanta calamidad que nos han endilgado esos que nos dijeron que resolverían nuestros problemas colectivos y que generarían condiciones para que resolviéramos nuestros problemas particulares. Hay que aceptarlo, nos engañaron y nos dejamos engañar y ahora pagamos las consecuencias. Me cuesta aceptarlo, pero por voluntad propia decidimos que nos gobernarían aquellos que presumieron que eran decentes porque eran distintos a los demás. Y confiamos en ellos, y les entregamos el gobierno. Y nos engañaron y nos saquearon. Pero ya no lo volverán a hacer porque ahora si me convertiré en ese paladín que tanto ha esperado el pueblo de la Ciudad de México para que combata a los malandrines ladrones que hemos elegido como gobernantes y que se han apoderado de todos nuestros bienes y nos han regresado puros males.

Los ladrones se han vuelto a vestir de candidatos, y debo recordar a mis congéneres que no podemos seguir en la ignorancia infinita ni aceptando que esos que se dicen paladines de la democracia nos sigan engañando para seguirnos robando el dinero que ponemos para que funcionen las estructuras gubernamentales. Que se oiga bien y bonito, los Lobos, los Brugada, los Razú, los Toledo, los Gutiérrez de la Torre, los Muñoz Soria, los Romo, los Valencia, y todos los que nos maldijeron, o séase los que nos dijeron mal que nos gobernarían con decencia, ahora sabemos que pertenecen a esa clase maldita que se apodera del gobierno para saquear, para robar, y para disponer en su provecho lo que tanto trabajo nos cuesta ganar. De paso que la Clara que quiere ser mandona en Iztapalapa se quite la careta obscura de decencia porque ya sabemos que es una ladrona de primera desde que convirtió a Iztapalapa en la caja chica del tal AMLO. He dicho muy encabronado. Vale. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.