CONGRESO MEXICANO

Si uno se pregunta cuál es el estado de salud de la (s) izquierdas (s) en nuestro país, el diagnóstico no es muy alentador. No es que estén en fase terminal, al menos eso pretenden aparentar, pero tampoco gozan de una “mediana” salud.

Los “médicos” de la política nos han hecho saber que el mal no radica en sus ideales, en su lista de aspiraciones (aunque algunas ya hayan sido superadas por el presente), no, el órgano enfermo corresponde a lo que muchos de sus líderes han señalado: sus propios clanes, su guerra entre tribus. Parecería que me estoy refiriendo únicamente al Partido de la Revolución Democrática a nivel nacional, esto tampoco es tan exacto, me refiero a las izquierdas que a partir de las últimas elecciones sufrieron un duro revés, algunas hasta su registro perdieron.

Pero en cuanto al PRD su saldo es aún más grave, que si bien no ha perdido su registro sus resultados fueron desastrosos, perdiendo (¿?) su bastión más importante que es la Ciudad de México y con una lista larga…

Los candidatos y candidatas a su dirigencia nacional no terminan por convencer o entender que lo que está desgastado es su visión de lo social, además de considerar a ese partido la única opción real de izquierda, debatiéndose entre esta postura y su incapacidad para ponerse de acuerdo.

Se aferran en mantener el discurso aun cuando existe responsabilidad en el nombramiento y apadrinamiento de los Abarca y su papel en el tema de los estudiantes desaparecidos, culpándose por saber quién impulsó a esa clase de personajes.

La izquierda para un país como el nuestro no sólo es importante, es necesaria en el mosaico de oferta política que tenemos; es cierto que falta algún mecanismo para reducir el número de partidos políticos nacionales pero al menos, quienes están deberían de empezar por regresarle la dignidad a la actividad política, la izquierda está lejos de este objetivo.

La izquierda abona en mucho a que los partidos políticos sean una de las muchas instituciones más desprestigias antes la sociedad y terminan no creyéndoles porque no les hace sentido el discurso del desempleo o las cifras de pobreza por un lado y por otro que sus principales defensores y defensoras traigan colgando entre sus brazos entre otras maravillas bolsas de 100 mil pesos.

Y el problema no es tener, si es que lo obtenido es legítimo, el problema es vivir del discurso de lo social; la izquierda es como esa especia que es beneficiaria de los propios programas sociales que han impulsado, salvo con un pequeño detalle: ellos no tienen tarjetas de descuento para ciertos servicios, ellos jamás harán uso de un seguro de desempleo, ellos, ellas, en todo caso son los que deciden qué cantidad de dinero se va para uno u otro programa y es ahí donde se hace la diferencia.

Pero aún podemos ser optimistas, podemos creer que el discurso trasnochado quedará atrás, que si hay una lección importante de los pasados comicios es que este país acepta la pluralidad, que es bienvenida, siempre y cuando los partidos políticos le den prioridad a la congruencia y esto se vuelve vital por el crecimiento de los populistas bañados de izquierda ante la falta de progresistas serios y responsables.

Dr. Luis David Fernández Araya

*El Autor es Economista Doctorado en Finanzas, Profesor Investigador de Varias Instituciones Públicas, Privadas y Funcionario Público.

Contacto en redes

@luisdavfer

Facebook

Page/LuisDavidFernándezAraya