SINGLADURA

Es cierto. Habla bien del general y secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, pedir una disculpa pública en nombre de la institución que representa por prácticas indeseables de miembros castrenses. Hace bien al país, y a la institución armada. Al gobierno de

Enrique Peña le deja un mensaje.

No es cosa menor que un militar de alta escuela como Cienfuegos admita públicamente hechos deplorables y repugnantes de sus miembros, sean estos troperos, mandos medios o superiores.

México muy pocas veces ha escuchado a un funcionario público –Cienfuegos lo es- admitir un error, un exceso y mucho menos un delito. En este país es habitual que los funcionarios públicos de cualquier escala o grado de responsabilidad eludan las faltas o incluso las atribuyan a complots y/o maniobras políticas de sus adversarios.

Así que el hecho de que el general Cienfuegos admita y asuma la responsabilidad que le toca por hechos “lamentables” y “reprobables” como los ocurridos en Guerrero en febrero de 2015, es una actitud gallarda que habla bien de quien la asume. Incluso, déjeme decirlo, es una conducta que envía un mensaje pedagógico a los funcionarios públicos del país, incluido el presidente Enrique Peña, cuyas pifias propias y familiares, se han pretendido eludir hasta ahora.

La disculpa de Cienfuegos fortalece a la institución armada, sin duda. Después de todo el Ejército y las fuerzas armadas del país constituyen el último valladar al crimen y si éste se vulnera, queda prácticamente nada al país.

Por ello, Cienfuegos hizo ver que quien incurra en prácticas como las denunciadas en Ajuchitán del Progreso, no es digno de pertenecer a las fuerzas armadas.

 “Quienes actúan como delincuentes, quienes no respetan a las personas, quienes desobedecen, no sólo incumplen la ley; no son dignos de pertenecer a las Fuerzas Armadas”, apuntó el general.

Hizo ver que “cumplir con nuestras obligaciones es un mandato que por ningún motivo implica o justifica actos ilegales de deshonor o de indisciplina”.

Admitió de igual forma que sucesos “repugnantes” como los de Guerrero, “aunque aislados, dañan de manera muy importante nuestra imagen y el prestigio que dignamente hemos ganado en más de 100 años de lealtad a las instituciones nacionales y a los mexicanos”.

Insistió en que  “cumplir con nuestras obligaciones es un mandato que por ningún motivo implica o justifica actos ilegales de deshonor o de indisciplina”.

Añadió: “No debemos ni podemos enfrentar la ilegalidad con más ilegalidad; la delincuencia se contiene con la ley en la mano”, por lo que destacó que, sin dilación, a partir de que se supo del incidente se actuó con contundencia contra los implicados. Cienfuegos sabe de lo que habla y por qué lo dice. (fin)

This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.