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El domingo fue un día triste y oscuro para nuestro país. Los dirigentes del Estado mexicano dejaron ver su ineficiencia, ineficacia e incompetencia. Anunciaron vía boletín de prensa –cual obituario– la fuga de uno de los penales de máxima seguridad del país, de uno de los

criminales más buscados del plantea: Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, el famoso “Chapo Guzmán”.

Ciertamente una sola palabra abruma el ambiente político “corrupción”, conjuntamente con una infinidad de voces que exigen las renuncias de los encargados del gabinete de seguridad del Gobierno Federal; al tiempo que el mundo observa atónito la crisis política que se vive en el país.

Evidentemente vivimos una crisis, pues no hay nada más dramático que un gobierno que, por corrupción o ineficiencia, deja de cumplir lo fundamental de su función: brindar seguridad a la ciudadanía.

México padece un momento muy complicado. Somos, innegablemente, el hazmerreír de la comunidad internacional, al tiempo que dejamos al descubierto lo endeble de nuestras instituciones las que son dirigidas por funcionarios públicos incompetentes, incapaces y –presuntamente– corruptos. La confianza en las instituciones públicas se encuentra por los suelos.

Buscar y señalar culpables parece un ejercicio fácil. Han sobrado los oportunistas políticos que utilizan este penoso incidente para sacar raja y tratar de posicionar a los partidos que representan. Sí, es responsabilidad del gobierno actual y nadie puede negarlo, pero también los anteriores tuvieron su culpa pues ésta como las demás crisis, son producto de muchos años de abandono y debilitamiento de las instancias gubernamentales de la cual todos –absolutamente todos– han tenido responsabilidad en ello. Sí, todos panistas y priistas, durante los últimos 30 años, han sido quienes, influenciados por las teorías neoliberales, por irresponsabilidad, incompetencia y corrupción, han destrozado los pilares del Estado Mexicano.

Hoy no basta con exigir renuncias de los funcionarios encargados del área de seguridad que –dicho sea de paso– son más que necesarias pues su incompetencia es absolutamente probada. También hay que exigir la depuración de todas las secretarías, corporaciones e instancias de inteligencia y seguridad, pues no sólo es la deficiencia de las cabezas, sino el atrofie de sus articulaciones las que, innegablemente, dejaron de ser útiles para el Estado. Pugnemos pues para que contemos con instancias de seguridad que puedan ir lavando la afrenta que Guzmán Loera nos hizo a todos los que hacemos a México un país.

@AndresAguileraM