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Émile Durkheim, en su obra “El Suicidio”, estudia las causas y formas de esta conducta y encuentra que se caracteriza por una pérdida o inatención de valores (morales, religiosos, cívicos...) junto con las sensaciones asociadas de la alienación y la

indecisión. Señala que ello conduce a la destrucción y la reducción del orden social, en otras palabras: las instituciones, leyes y normas no pueden garantizar una regulación social eficaz que permita garantizar la integridad de las personas, lo que lleva al individuo a tener miedo, angustia, inseguridad e insatisfacción.

Desde un punto de vista sociológico, la anomia es una desviación o ruptura de las normas. Es un término utilizado para señalar el caos social debido a la ausencia de reglas de buena conducta comúnmente admitidas, implícita o explícitamente, o peor: debidas al reinado de reglas que promueven el aislamiento o incluso el pillaje más que la cooperación.

Hoy por hoy las instituciones del estado mexicano padecen una grave crisis de legitimidad, las personas desconfían de ellas, pues perciben que existe gran ineficiencia, impunidad y corrupción. El miedo se apodera de las personas, pues se sienten indefensas ante una criminalidad creciente e implacable. Al tiempo que existe una notoria pérdida de valores esenciales, como la solidaridad, el apoyo mutuo, el sentimiento de comunidad y el respeto, que garantizan una relativa armonía que permiten hacer viable una vida en sociedad.

Sí, efectivamente padecemos de anomia, lo que es altamente preocupante considerando que los sociólogos la perciben como el fin de la sociedad, pues se exalta el individualismo y se genera una depresión generalizada que resta valía a la comunidad como instrumento para alcanzar el bienestar general.

La sociedad mexicana está en un grave riesgo; generado, sí, por la ineficiencia de los gobiernos, pero también por la notable pérdida de valores que en ella predomina.

Como ejemplo vemos la admiración de los jóvenes por el crimen organizado. Se vuelven delincuentes por considerar que “más vale vivir cinco años como ricos y ‘poderosos’ que una vida –hasta la vejez– en la pobreza que brinda el trabajo arduo”. Se promueve a la corrupción como una manera de ahorrarse trámites engorrosos o imponer su voluntad a la del contrincante. Se trafica con los cargos y las funciones públicas, amén de obtener beneficios adicionales al salario y prestaciones, mientras que particulares obtienen ventajas indebidas en sus luchas individuales.

Para que la anomia acabe, la sociedad requiere retomar la ruta de los valores; redignificar al ser humano y retomar el sentimiento de comunidad, para con ello se transforme en un ente forjador de personas con valores y principios firmes, para así reencontrar la valía en el servicio público y el ejercicio de las funciones de gobierno.

@AndresAguileraM