Mientras los principales “líderes de opinión” se avocan a comentar todos aquellos temas que aquejan la agenda política nacional y las condiciones de popularidad de los políticos de moda, las personas “de-a-pié” esos que viven día con día los problemas directos del actuar habitual de la sociedad. Sí, efectivamente, las cuestiones políticas, las discusiones respecto de la economía, las ideologías y las organizaciones gubernamentales, como tales, se materializan para llegar al nivel de aquellos quienes su principal agobio es ganar dinero para mantener a su familia.
Ciertamente la comunicación de las personas de poder, de aquellos quienes tienen la responsabilidad de dirigir a las instituciones del gobierno, difícilmente transmiten los beneficios y repercusiones que sus acciones tienen para en la cotidianeidad. Así, mientras un político reconocido habla sobre los beneficios de realizar políticas de izquierda, programas y apoyos sociales, o presenta una disertación impecable respecto del pensamiento político-económico de Karl Marx, el ciudadano que viaja reiteradamente en el transporte público, que tiene la presión de llevar “el pan a su casa”, deja de prestar atención pues las palabras no se cambian por productos ni servicios que cuestan un dinero que, cada vez, tiene menos poder adquisitivo.
Así, mientras los políticos disertan sobre la naturaleza y sanción de los delitos de secuestro, homicidio, extorsión, etc., las personas que los padecen, se enclaustran en sus casas, cierran sus negocios y se encomiendan a la deidad de sus creencias, rogando sobrevivir un día más a la ola de violencia que aqueja al país. Del mismo modo, los presidentes de los partidos políticos se pelean por las quejas y denuncias interpuestas por el uso de los programas sociales con fines electorales, las amas de casa del norte de Veracruz, que encuentran su principal sustento en los apoyos y despensas que otorgan los gobiernos federal y local, hoy reclaman la entrega de esos enseres, pues éstos representan la diferencia entre comer y no comer. O de igual manera, el conductor de automóvil que se ve atrapado en medio de una manifestación que, lejos de ser ordenada o disuadida por la autoridad, es escoltada y resguardada por los elementos que debieran darle orden y preferencia al ciudadano.
De este modo es como la ciudadanía se aleja del gobierno. Unos hablando de gimnasia y otros de magnesia, al tiempo que el bien público se queda rezagado para un mejor momento.
Entretelones
Mientras todo esto ocurre, se presentan vándalos que aterrorizan a las familias asistentes a los estadios de futbol. La autoridad actúa en la medida de sus posibilidades, pero… ¿qué no las porras son auspiciadas por los clubes?
@AndresAguileraM