Quizás pueda ser vista como una pieza menor en la historia del caso de los dos estudiantes asesinados del Instituto 

 Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, pero tiene su importancia y saberla contribuye a formar criterio en la actuación de las autoridades.
Han pasado más de nueve años del lamentable acontecimiento. La pérdida de un hijo es irreparable e imborrable.
Por eso se entiende que la mamá de uno de ellos, de Jorge Antonio Mercado Alonso, haya solicitado que el ex presidente Felipe Calderón, no asistiera a dar una conferencia en las instalaciones del Tec en Monterrey, porque fue durante su mandato cuando sucedió la tragedia. Bien por el ex presidente al declinar la invitación, para no meterle ruido al tema.
Jorge Antonio y su compañero Javier Francisco Arredondo Verdugo, estudiantes de excelencia, fueron asesinados el 19 de marzo de 2010, cuando salían de su escuela, confundidos con sicarios, víctimas de militares que llegaron al extremo de alterar la escena del crimen y sembrarles armas.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la CNDH, después de amplia investigación, emitió una recomendación como tenía que hacerlo, con todos los pormenores del atropello.
Sin embargo, hay que decir que el entonces presidente de la comisión, Raúl Plascencia, dudó en ir al fondo del asunto, por presiones de que era objeto desde la milicia y porque no quería que su imagen se desgastara en los medios en perjuicio de sus aspiraciones reeleccionistas.
Al final, asesorado por sus colaboradores, aceptó que lo mejor era la aplicación de la ley, la actuación apegada estrictamente a Derecho, en defensa de los derechos humanos.
La moraleja es que ninguna reelección valía restarle importancia o ignorar el asesinato de estos jóvenes estudiantes.
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@zarateaz1