En estos tiempos en que el mundo necesita levantarse, dejar atrás devastación económica y sanitaria, el ejemplo de los japoneses es oportuno, para confirmar que se puede volver a empezar de cero.
Los japoneses lo hicieron después de la Segunda Guerra Mundial. Estaban en el piso, en la peor crisis de su historia. No solo habían sido las explosiones nucleares y la pérdida de vidas, también el derrumbe de su economía, el desabasto, el fantasma del hambre y la miseria, el costo de la derrota.
 
Ante ese panorama, visto desde fuera, el país asiático parecía condenado a una vida de carencias y sufrimiento.
Sin embargo, la historia de Japón fue diferente. Sumaron voluntades. Unidos y organizados, regresaron a los primeros planos en el mundo. Lograron convertirse en potencia económica. Sociedad ejemplar. País de lo más seguros y limpios, ordenado, emprendedor y respetuoso.
 
El Coronavirus no lo exentó. Ha sufrido el embate de la pandemia. Impacto disminuido por su propia cultura, porque para los japoneses el uso del cubrebocas ya era una práctica enraizada. En automático lo han utilizado cuando afloran enfermedades respiratorias, como la gripe.
 
La cultura de los mexicanos no es igual a la de los japoneses. Si así fuera, habría tranquilidad y bienestar.
Pero también los mexicanos tienen historia de fortaleza y unidad, manifiesta sobre todo en desastres causados por fenómenos naturales, como terremotos e inundaciones.
 
Ante la pandemia, hay ánimo y vigor para recuperase.
 
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