Rocío Balderas Fernández prácticamente dio por hecho que sería magistrada de la sala superior del Tribunal Electoral

del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) cuando se enteró de que la afamada y respetada Janine Otálora renunciaría a su cargo.

Janine había sido electa por el Senado en 2016 para terminar en 2025 como finalmente sucedió, nueve años. Sin embargo, en el curso de su periodo el poder legislativo resolvió ampliar mandato de tres magistrados por dos años más, hasta el 2027.

La magistrada Janine rechazó la ampliación y se ajustó a su nombramiento original, por eso concluyó el pasado mes de octubre, para dejar vacante uno de los siete lugares de la sala superior.

Rocío Balderas empezó a frotarse las manos. De acuerdo con la interpretación que hacía del artículo 98 de la Constitución, ella ascendería en automático.

Había quedado en tercer lugar en la votación de la elección del 1 de junio de 2025 para renovar el poder judicial, en este caso para elegir dos lugares de la sala superior que estaban vacantes. Ganaron Gilberto de Guzmán Bátiz y Claudia Valle Aguilasocho, primero y segundo lugar. En tercero quedó Rocío Balderas, que sabía de los planes de Janine.

Entonces supuso que si Janine se iba en octubre como lo había anunciado públicamente, ella se quedaría con el espacio en la sala superior del tribunal, pero no fue lo que pasó.

En el Senado el líder de la mayoría Adán Augusto López Hernández hizo la observación de que la vacante se resolvería hasta la siguiente elección judicial en 2027, porque lo de Janine era otra circunstancia, no aplicaría la reciente reforma judicial.

Por lo tanto, se esfumó la ilusión de Rocío.

Arturo Zárate Vite

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