AMLO y Trump se respetan, eso es claro, digamos que la línea delgada de las relaciones no ha sido arrancada, como uno podría suponer viniendo de un personaje veleidoso e

 impulsivo como el que habita la Casa Blanca.
El mandatario mexicano trae un pitcheo razonablemente a favor frente a un bateador semisalvaje, el del norte es un especialista en meterle presión hasta las estatuas, le ha funcionado y el gobierno de México ha podido sobrellevar a este sujeto, la virtud del presidente de México es que supo tomarle la medida a su homólogo, pero no nos confundamos, no todo ha sido como debería suponerse que sea, me refiero al respeto que se da entre dos naciones vecinas y socias, aquí, en esta historia existen líneas que no alcanzamos a leer, acuerdos que no se escuchan debido a las paredes de rumores, a un sin fin de asuntos que orbitan en la agenda nacional y que no nos permiten desentrañar lo que realmente se les está concediendo a los gringos.
No nos espantemos, el poder de los Estados Unidos radica en el tamaño de nuestros miedos y con ello desde Washington se ha jugado. Para Trump ha resultado sumamente sencillo llevarnos a lo oscurito, bastan un par de amenazas económicas en contra nuestra para que aquí se interpreten los deseos de la Oficina Oval, basta con que nos muestren el fierro de la ganadería de los marines para que se meta presión y se reciba a la familia Lebarón en Palacio Nacional.
¿Qué se ha prometido en las mesas de negociación del tratado comercial entre México, EU y Canadá? y ojo, no podemos señalar al presidente AMLO de estar entregando a el país, eso es romanticismo ramplón, la entrega sistémica de las zonas ricas de México se han venido otorgando desde hace mucho tiempo, creer que no ha sido así es caer en el infantilismo, es negarse a conocer la historia de las relaciones entre México y Estados Unidos.
La supuesta dureza del gobierno actual es sólo una máscara que sirve para maquillar lo que ya es nota pública, Trump ya dictó los términos de los intereses gringos en materia de petróleo, gas, minerales, agua... y aquí, poco, pero muy poco se puede hacer, y la razón es sencilla: el país está desarticulado, inconexo , dividido y así no se puede levantar ninguna muralla de soberanía, ni de defensa de nuestros recursos, e insisto, no es culpa del actual presidente López Obrador, seamos claros, lo mismo estaría ocurriendo si Meade o Ricardo Anaya estuviesen en esa posición, poco podrían hacer con un troglodita como Trump, a quien se le hizo llegar a el poder para llevar a cabo esta ley de garrote en contra de los que signifiquen potenciales enemigos de los intereses de los dueños del dinero en ese país, Trump cumple con ese papel, y ¡no es de llamar la atención que mientras Trump sacude las aguas del mundo la economía, su país crece? Trump llegó para imponer una agenda, la suya, la de los que piensan como él y son sumamente ricos, luego entonces, bajo la lógica de los intereses de esos inversionistas, ¿por qué no doblar de una vez por todas a México y sacarle hasta la última gota de petróleo o quedarse con el agua de nuestros ríos, presas y lagunas? En el gobierno de AMLO saben muy bien de lo que se trata, es ceder para tratar de ganar tiempo, para que de llegar un reimpulso de la economía gringa, ésta nos jale, nos deje beneficios. Por ello es que difícilmente sabremos qué se negoció realmente para el tratado, o que se prometió para que Trump le bajara a su deseo de etiquetar a los narcos como terroristas.
Las lecciones están a la vista, la ruta es muy clara, Donald Trump sabe en qué momento apretarnos, sabe cómo sacar ventaja de nuestros miedos, nos trata como aprendices, no como socios, y esto lo saben aquí, sólo que la pesadilla para este gobierno y cualquiera que haya pasado es tener que enfrentarse a el enojo de Washington, más cuando dependemos realmente de sus puertas comerciales... Ese es nuestro calvario y cruz...y lo peor es que para una gran mayoría de mexicanos solo existe el sopor del sueño de creernos independientes y soberanos, no, eso ya es letra muerta.