¿Por qué interrumpir nuestro espectáculo circense? ¿A qué sustraernos de las trascendentales e inteligentes disertaciones republicanas con las que el ínclito Salvador de nuestra patria suele mostrar su aura providencial y su irrefutable vocación de Estadista? ¿A qué consumir nuestro tiempo en
nimiedades globales, en las bizarras menudencias del conservadurismo internacional, cuando podemos ahondar en los destinos de nuestra Nación gracias a las profundas disertaciones filosóficas y sociales entre Lord Molécula y nuestro Sócrates del bananerismo? ¡Qué disparate! Fútil e infortunada ocurrencia de los líderes mundiales: Programar una Cumbre Virtual sobre cambio climático justo en medio de nuestras vitales e insustituibles alocuciones mañaneras. 
A fin de cuentas, ¿qué es el cambio climático sino una de tantas triquiñuelas globales promocionadas por las élites neoliberales y oligárquicas para descarrillar nuestros planes de transformación con "mañaneras" incluidas? Además de su presunta conexión con el mayor número de catástrofes naturales vinculadas al clima, con la acidificación y el aumento progresivo en el nivel medio de los océanos, con graves daños en materia de biodiversidad, con el incremento en la frecuencia e intensidad de las ondas de calor, con los cambios extremos en los ciclos del agua, con numerosos efectos adversos sobre la salud de nuestras poblaciones, con la proliferación de incendios forestales, con la desaparición paulatina de las grandes formaciones de hielo y los glaciares (incluido el de Ayolco en la cima del Iztaccíhuatl), con el severo estrés hídrico que afecta a millones de personas alrededor del mundo, con una mayor propensión a devastadoras enfermedades zoonóticas como la actual covid 19, o con la supuesta amenaza a la supervivencia misma de la especia humana, ¿qué otra cosa podría restar importancia al inminente Armagedón que supone la lucha interna entre liberales y conservadores? El desconocimiento es evidente; parafraseando a Machado, el mundo desprecia lo que ignora. ¿A qué enfrascarnos en vanos compromisos globales para reducir las emisiones antropógenas de bióxido de carbono y de otros gases con efecto invernadero? ¿A qué vulnerar la tan deseada soberanía energética basada en el carbón, en el petróleo y en otros combustibles fósiles, cuando el ingenio inigualable de nuestra cuarta transformación, con su sapiencia, agudeza intelectual y finísimo olfato, ha descifrado al fin el intríngulis del asunto? Bastaron tres minutos para que el mundo pusiera mientes en sus despropósitos y reconociera sin recelos las bondades y los insospechados alcances de un programa único en el mundo por su efectividad y sus sonados triunfos: "Sembrando Vida". Paradigmático e infalible proyecto, venero inagotable de oxígeno y de esperanza que parece emanar de nuestro líder. ¿Qué mejor solución para nuestros vecinos centroamericanos y para el mundo entero que su revolucionaria y sofisticada utopía forestal? Perfectible sin duda, pero grandiosa en su diseño: una inversión de tan solo 43 mil millones de pesos en dos años (más de lo erogado en la pandemia). ¿Tropiezos?, sí pero irrelevantes: De su objetivo original en 2019, esto es, la plantación en un millón de hectáreas de 575 millones de árboles, sólo se sembraron 80 millones (el 13.9%), de los que sólo sobrevivió el 50% (es decir, el 6.9% del objetivo total). Minucias matemáticas con las que pretenden enlodar nuestras grandes ideas las huestes mercenarias de nuestros acérrimos adversarios. Claro está que los informes del Instituto de Recursos Mundiales, una organización técnica global, sobre la pérdida de 72,830 hectáreas de bosques vinculada al programa "Sembrando Vida", tiene el tufo inconfundible del más rancio conservadurismo. 
 
¿Qué medidas tomar ante la cerrazón internacional? ¿Cómo hacer que el mundo deje de moverse a contracorriente de la sensatez con sus dislates y sus ocurrencias científicas alejadas de la intuición y de la sabiduría popular? Tiempo perdido; "Todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda". Así es que: A "sembrar vida. ¡Abur!
 
Dr. Javier González Maciel 
 
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Estudios universitarios en Psicología, Médico Cirujano, Especialista en Cardiología, alta especialidad en Cardiología Intervencionista en Madrid España, titular de posgrado en Cardiología clínica, miembro de la Sociedad Española de Cardiología, profesor universitario, director médico en la industria del seguro de personas y conferencista para América Latina