Su posibilidad de ocultar los hechos y la realidad misma tras los espejismos retóricos de su engaño postfactual, o de envolver su narrativa en las pegajosas telarañas del prejuicio,

de las prefiguraciones, de los apriorismos o de las rígidas convicciones y creencias del dogmatismo y de la inamovilidad ideológica; su facultad de procesar los odios, las desigualdades, los resentimientos sociales, la pobreza o la ignorancia a través de las impredecibles y potentes "reacciones químicas" de la manipulación, la demagogia y la posverdad; su derroche desvergonzado de mitomanía compulsiva con que pretende rellenar (en un despliegue insultante de falsedad e hipocresía) la brecha profunda entre lo que dice y lo que hace, entre la fingida pulcritud moral de su discurso manifiesto y la podredumbre interna de su proceder cotidiano; el encumbramiento de su impostura y fingimiento que, desde los más altos círculos del poder, se adueña de la comunicación de masas para injertar en el imaginario popular los bulos, las medias verdades y los embustes en que reposa su "credibilidad", han convertido a nuestro inquilino de Palacio en el maestro indiscutible del tartufismo, en el engañador por antonomasia, en el amo y señor del cinismo, de la mendacidad y de la hipocresía. En su moral de catecismo todo es simulación, insinceridad, mera apariencia, incongruencia entre las formas y el fondo o gesticulación falsaria. Pero fuera de sus herméticas burbujas ideológicas, de sus audiencias sectarias, de esas voluntades que se granjea transmutando las necesarias inversiones en salud, empleo, educación y progreso en subsidios clientelares que instrumentalizan el hambre, la esperanza de cambio y la ignorancia, su naturaleza embustera rezuma falsedad; pústula incontenible de podredumbre moral.
¿Puede haber mayor desparpajo y desvergüenza que mostrar su falsedad desnuda, su pequeñez moral y su cinismo inocultable ante la ONU y ante el mundo? ¿Qué clase de artilugio cognitivo permite a un individuo señalar la corrupción como el mal "del planeta", cuando la justifica y la consiente en sus familiares y allegados, en sus propios hermanos y en sus colaboradores más cercanos? ¿Qué clase de disociación en la conciencia le permite a un sujeto señalar con dedo flamígero la "adulteración de las leyes para legalizar lo inmoral" cuando emplea a sus lacayos y todos los recursos del Estado para perseguir, amedrentar e injuriar a científicos, intelectuales, adversarios políticos, prensa crítica, disidentes ciudadanos, organismos autónomos, empresas privadas o sectores enteros de la población (como los repudiados "clasemedieros" egoístas e insensibles)? ¿Cómo puede señalar sin vomitarse sobre sí mismo la ineficiencia en la atención de la pandemia quien colocó a México con su desprecio por la ciencia, su austeridad criminal, su renuencia a adoptar las medidas recomendadas y aceptadas en todo el orbe y su defensa a ultranza de medicastros y charlatanes, en el país con las peores cifras de mortalidad entre los miembros de la OCDE (que triplican la cifra media registrada en la organización), y en el tercer país al 1 de noviembre con la tasa de vacunación más baja de la OCDE? ¿Cómo puede hablar del derecho que tienen "los hijos y las hijas" de las naciones a gozar de seguridad quien niega las masacres que a diario tiñen de sangre la suya propia, quien suelta a un sanguinario narcotraficante para "salvaguardar" a la población de una escalada de violencia, quien pretende encumbrar a un violador a la gubernatura de un estado porque goza de la "simpatía popular", quien considera los reclamos de las mujeres por la violencia creciente de género y la denuncia de la ola creciente de feminicidios una invención de la política neoliberal? ¿Qué clase de rebajamiento debe albergar la hipocresía moral de quien defiende el "derecho a la salud" y se atreve a criticar las estrategias internacionales en el combate de la covid cuando acaba de impugnar una orden judicial para incluir a los menores de edad en las estrategias de vacunación (a pesar del torrente incontenible de evidencias internacionales sobre sus conveniencia y beneficios), cuando ha cancelado el seguro popular para suplantarlo con una entelequia inservible que ha acarreado la muerte de miles de niños y de adultos a consecuencia del desabasto y la desatención sanitaria? ¿Cómo se atreve a mostrar el rostro con el ánimo aleccionador de un estadista quien regenta la fábrica más prolífica de nuevos pobres (de la que emergieron, sólo en 32 meses de gobierno, casi 6 millones de nuevos integrantes), y de muertos a consecuencia de la violencia (que rebasan ya las 100 mil víctimas y las cifras registradas en cada una de las tres gestiones presidenciales precedentes).

¡La hipocresía, la falsedad y la impudicia son la carnada con la que se ceba a los mediocres, la vestidura inmaculada de los falsarios, la traición de nuestros pobres y la inevitable vergüenza de nuestra hermosa Nación!

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Estudios universitarios en Psicología, Médico Cirujano, Especialista en Cardiología, alta especialidad en Cardiología Intervencionista en Madrid España, titular de posgrado en Cardiología clínica, miembro de la Sociedad Española de Cardiología, profesor universitario, director médico en la industria del seguro de personas y conferencista para América Latina