SE COMENTA SOLO CON...

Se cumplió el ceremonial de la entrega de la estatuilla más preciada para la

industria cinematográfica, el Oscar. Y observamos variables que en nada favorecieron al evento. La primera, sin duda, es la abierta manipulación de los nominados bajo los intereses económicos y políticos de la cúpula del cine en Hollywood. Sabemos y hemos constatado que de acuerdo a la corriente ideológica del momento, el certamen varía de la defensa a las mujeres y genero, a la exhibición del racismo o el control migratorio. En esta ocasión, una transmisión muy prolongada y sin maestro de ceremonias, pero sí malísimos e improvisados actores con pésimos chistes y de mal gusto. Una competencia que de lejos parecía injusta al poner a competir a una novata mexicana con figuras como Gaga o Glen Close. Las grandes divas de cine mundial enfrentadas a una indígena que ni de cerca cumplía los requisitos para estar ahí. Una industria que intentó equiparar a Yalitza con el conocido esquema de la figura germana, nórdica o anglosajona. Se le criticó por su inexperiencia, su físico y su vestido (quizá esperaban verla con taparrabo e incrustaciones de obsidiana). Yalitza, entre todas y todos ganó lo mejor, el respeto de millones de personas por su estatura moral y su dignidad además de lo que carecen muchas de las luminarias: clase y modestia. Esta vez no se tratado de películas de guerra en donde hasta de las derrotas obtienen beneficios, ni de éxitos espaciales. Lo mejor de lo mejor se lo llevó una cinta en donde el chofer es blanco y el pasajero dominante de piel oscura. Sin embargo en los últimos años, son nuestros mexicanos, González Iñarritu, Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón, junto con el “chivo” Emmanuel Lubezcki, han demostrado la gran creatividad que puede aplicarse a una proyección en pantalla grande. Los actores más renombrados buscan contratos para ser dirigidos por los nuestros y son testigos que el ingenio y temple pueden colocar en la máxima cima del reconocimiento a mujeres como Yalitza. En lo particular ROMA no satura mis expectativas, lo digo con franqueza. Reconozco la idea, la ambientación, la fotografía, pero no el ritmo, ni los parlamentos ni la historia. Y mire he tenido largas charlas y debates al respecto. Así es ROMA y así hay que calificarla. Pero consideró que de ese tiempo, de esa década, de esa época México mostraba mejores, mucho mejores cosas que la diarrea de un perro o los lavaderos pobres de las azoteas. Hay excelentes historias de triunfo que contar que la de una, como dirían antes, criada, sirvienta, muchacha y hoy trabajadora doméstica. Veníamos como nación del llamado Milagro Mexicano, de esa época que relata Cuarón, en donde floreció la clase media mexicana, donde la educación daba oportunidad a los niños y la UNAM futuro a los jóvenes. Tiempos en donde había valores y respeto a la autoridad. La familia era el núcleo que detonaba unidad social. Una colonia, Roma, que generó cambios sociales ascendentes, no decadentes. Una ciudad emergente, naciente, con vida, con ánimo y carácter. Un país que empezaba a deslumbrar. Ahí estaba un centro hospitalario que se convirtió en eje motor de la medicina en America Latina, pero eso no se ve en ROMA, sólo alcanzamos a percibir tendederos o colonias abandonadas a la deshonra y pobreza. Que existen, claro que si! Ahí están como en muchos países más, incluyendo a los que se pavonean como del primer mundo. Miseria encontramos, niños famélicos también, abandonados y víctimas de maltrato familiar muchísimo, drogados y contagiados de enfermedades terminales por miles. Pero qué existe en nuestro mundo, en nuestros recuerdos, en nuestra infancia que queremos mostrar al mundo?,ese es el fondo. Conservó fotos color sepia increíbles, gran cantidad en blanco y negro. Yo tendría mil anécdotas maravillosas de mi familia, mi infancia y mi colonia, muchísimo más importante que un patio lavado una y otra vez para sanearlo de desechos fecales por una trabajadora doméstica que por manejar una escoba pretende llevarse un Oscar.