¿Por dónde empezar? ¿Por lo real o por lo irreal? Me sorprendió el desplante, la arrogancia con que la ministra Yasmín Esquivel

se ufana de su carrera y de su disposición a mantenerse en un cargo que no merece, porque perdió credibilidad y confianza, porque esto lo provocó ella. Cuando decidió cumplir con los requisitos universitarios para obtener un grado académico de manera consciente y consistente hizo trampa. La razón que sea, invalida sus actuales argumentos. Lo hizo y sabía que estaba actuando mal y prosiguió, intento burlar a la institución y a sus profesores, tuvo que haber escogido y leído intencionalmente la obra que plagiaría, eso es lo condenable, se ganó un título académico sin mérito y de manera vergonzosa aunque no lo acepte. Como lo declaró presume de su actividad profesional y enfatizó “una carrera impecable” pero el punto es que no se le cuestionó sobre su actividad profesional, sino, por el plagio que cometió y que ha sido acreditado y dictaminado así por las autoridades universitarias. Ella cree que es “impecable” pero en esencia su calidad, que dice tener, pierde todo valor porque llegó de manera fraudulenta. Un plagio es un robo, lo supo, lo sabía, lo cometió. Y en su área, lo más importante es la ética, la moral y los valores. Con ella se habla de justicia, ni más ni menos. Y no se puede creer en una persona que para impartirla cometió, repito, intencionalmente un engaño. Hay antecedentes, sí que los hay. ¿Recuerdan a Saltiel Alatriste, escritor, quien tuvo que renunciar como coordinador de difusión cultural de la UNAM? y qué creen, fue por plagio de artículos literarios! Eran artículos que había escrito con cinco años de anterioridad, y lo que son las cosas, el académico fue evidenciado por escritores como Guillermo Sheridan y Gabriel Zaid, Jesús Silva Herzog-Márquez y Fernando Esclante. Y renunció con o sin escudarse en su abundante y prolífica herencia cultural. Y subrayó “no pretendo justificar, ni disculpo lo hecho, al contrario. "Me disculpo con quien pudiera sentirse ofendido con ello, pero sí creo necesario acotar mi error, pues no medré con esos párrafos, ni me adjudiqué el mérito de algún descubrimiento excepcional, ni los presenté en ninguna instancia académica”. Pero notemos la diferencia en quien tiene clase y quien adolece de estas. Saltiel escribió: “le he pedido al rector de la UNAM, Dr. José Narro Robles, la separación de mi cargo para que se mesuren en su exacta dimensión las faltas que pude cometer en el pasado, y reivindicar mi obra literaria y mi trabajo como editor y funcionario de la cultura”. Y estoy tratando sobre dos universitarios cometiendo la misma irregularidad, pero con esencia y temple diferentes. En cambio la sra Esquivel señala que está trabajando por los “principios democráticos de Mexico” que es justamente en donde se ha demostrado su subjetividad e inclinación a las disposiciones de Palacio Nacional (están las votaciones y juicios equívocos como ir en contra de Pío Lopez Obrador cuando este sujeto con evidencia pública estaba dañando “los principios democráticos de Mexico”). Hablo de la  necesidad de “ independencia del poder judicial  de la Federación” cuando ha pisado y en varias ocasiones la oficina del presidente. Pero además tiene la osadía de rechazar el dictamen universitario porque no la han “notificado”. Bien lo dice Denise Dresser “Lo mismo dijo Bartlett después del hallazgo de 29 casas, Delfina después del diezmo en Texcoco, Gertz después de encarcelar injustamente a una mujer, López Gatell después de setecientos mil muertos, Sheinbaum después de la Línea 12. En este país falta vergüenza y rendición de cuentas”. 

CARLOS RAMOS PADILLA
@cramospadilla
*Conductor de programa Va En Serio mexiquense tv canal 34.2 izzi 135 y mexiquense radio