El sabor del chicle en la XXV Semana Nacional de Ciencia y Tecnología en la CDMX

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¿Sabías que desde hace muchos siglos las personas mascaban la resina de los
árboles para limpiar sus dientes? Recorre la exhibición que te llevará desde el origen del chicle natural y su paso por el tiempo, hasta los usos y beneficios que se le han dado en los diferentes ámbitos en la exposición del Chicle, que se presenta en la XXV Semana Nacional de Ciencia y Tecnología de la Ciudad de México, organizada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
 
Esta exhibición podrás visitarla en las instalaciones del Instituto Politécnico Nacional (IPN), unidad Zacatenco, hasta el 26 de noviembre. Este evento es apoyado por la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación (Seciti) de la Ciudad de México y la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica (Somedicyt).
El objetivo de la muestra es presentar a los visitantes varios aspectos diferentes del chicle, los factores inherentes a sus orígenes y procesos actuales de producción.
Isabel Márquez, directora de la exposición, expresó que la idea de realizar el proyecto surgió cuando la profesora de la maestría en museología, la cual cursaba, los invitó a que hicieran un proyecto de tema libre.
Su adicción al chicle la motivó a montar una exposición organizada en tres secciones: la zona natural del chicle, la zona sintética o industrial y la sección de arte y utilidad.
“La primera sección consiste en preguntar a la gente si sabe o ha escuchado acerca de los chicles naturales. La historia proviene desde los mayas, quienes dejaron este legado hace más de dos mil años, ya que ellos los masticaban y se limpiaban los dientes”.
 
Resaltó que el chicle proviene del náhuatl tzictli y maya sicté, que hace referencia al “sagrado” o fluido del árbol de donde se extrae.
“Proviene del árbol del chicozapote, que da el mismo fruto, al cual se le hacen unos cortes en diagonal en la capa superficial (su corteza) para que 'sangre', sale un líquido (látex) que recorre todos los canales y baja hasta una bolsa recolectora, se lleva a un campamento donde se coloca y se calienta para quitarle todo el líquido y hacer la consistencia que tiene el chicle”.
Posteriormente se colocan en marquetas (cajones de madera) donde se comprime y hacen bloques grandes que los llevan a fábricas para agregarles sabor, color, forma y empaquetar para salir a producción.
La curadora describió que la exposición cuenta con algunas dinámicas para escalar y sentirse como si fuera un “chiclero”, para llegar hasta la copa del árbol y ver cómo recorre la savia el árbol hasta que baja.
La segunda parte de la muestra son los videos y la línea del tiempo que presenta datos importantes de la historia del chicle.
“Por ejemplo, en 1860 Santa Anna propone a Thomas Adams fabricar llantas y juguetes con el látex que él mascaba y usarlo como caucho, sin saber que ahí iniciaría la historia del chicle. Pero a Adams se le ocurre otra idea, agregarle dulce a la resina y venderla en trozos”.
 
De la resina al polímero
 
Describió que en 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, a los soldados se les daban provisiones  de comida y chicles para disminuir el estrés. Este dato marca un parteaguas en la zona natural del chicle porque se rompe el ciclo hacia la parte sintética.
“En México no había una producción grande, porque la demanda que se tuvo era mucho mayor a lo que se podía producir en ese momento. Lo que hicieron fue investigar y hacer un sustituto del chicle natural y se convirtió en algo sintético que fue encontrado en los polímeros”.
En la vida cotidiana tenemos contacto con muchas formas de polímeros, los objetos que usamos en la casa, en la escuela o en el trabajo, lo que vestimos e incluso lo que comemos. Todo esto puede ser reciclado.
Isabel Márquez destacó que a la base del chicle sintético se le llama acetato de polivinilo, que también se usa para fabricar pegamentos y pinturas; para que sea elástico se le agrega elastómeros, uno de ellos es el estireno-butadieno, un caucho sintético con el que se fabrican neumáticos.
Añadió que la muestra cuenta con un espacio para que la gente toque, experimente y pueda oler los diferentes sabores, formas y colores de los chicles.
La última parte de la muestra consiste en presentar el arte de los chicles, los usos que se le pueden dar, así como las esculturas que algunos artistas han realizado.
“Tenemos imágenes de contenedores, ya que el chicle es un polímero que se puede reciclar. Se pueden hacer zapatos, botas y otros artículos con chicles reciclados”.
Sin embargo, también se muestra el lado oscuro del chicle, que puede alojar más de 50 mil bacterias si lo tiran en el piso, un problema que a todos afecta. Por esta razón, se resalta la importancia de depositarlo en contenedores. 

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