En el discurso del poder ejecutivo nos ha machacado que la corrupción es el gran mal que aqueja a México, sin duda los tentáculos de ésta han penetrado todas las esferas del país. El discurso que la señala como la madre de todos los males también ha servido como lema y bandera de campaña, convence y tiene mucho de cierto y de verdad, ha minado a muchas instituciones, pero a pesar de ellos el país ha avanzado.

 Pero el binomio violencia-corrupción también es letal para el país, autoridades coludidas con la delincuencia es una mezcla explosiva, de consecuencias letales pero, por qué solo se asocia a la corrupción, solo aquella que se vincula a la política y a la administración y se desdeña al contubernio – palabra que define con precisión cuando se asocia para delinquir una autoridad con un particular – como si fuera mayor la corrupción que los muertos por la violencia a diario y ahora los muertos por la pandemia.

Ya comienza a hacer evidente que la visión del gobierno de fijar como blanco de los males a la corrupción, está desviando la atención de lo esencialmente letal, por la cantidad de muertos que está alcanzando la violencia en el país.

No se explica el motivo por el cual el gobierno no señala claramente o desestima la cantidad de mexicanos muertos a causa de la violencia.

Ello puede tener varias explicaciones: que el Estado mexicano no quiera reconocer las cifras de muertos para no alarmar a la opinión pública mundial y con ello, proteger a una las tres fuentes de ingresos más importantes del país, el turismo.

Esta claro que en la óptica del presidente Obrador, la violencia pasa a segundo o tercer término de peligro después de la corrupción, mientras los secuestros, robos y hasta la destrucción de monumentos por anarquistas violentos en las manifestaciones, le hacen voltear para otro lado.

La violencia hoy ocupa la atención del presidente – que no lo mencionó en su informe de triunfo en las elecciones – por el caso de Irapuato solo le sirvió para lanzarse en campaña contra el gobierno de Guanajuato para pedir que cambie el gobierno – que hoy tiene el PAN – acaso espera que llegue MORENA, cuando en el orden federal poco o nada ha hecho por los guanajuatenses, ya que la Guardia Nacional y las Fuerzas Armadas dependen del Presidente y no del gobernador, lo que le hace responsable.

La violencia en Irapuato se entiende producto de la lucha de la fuerza federal contra al huachicol – según el mismo Obrador – y no precisamente por el gobierno local.

Está claro que el Estado esta rebasado, dice mucho ver como se expresa con calificativos inquisidores contra los ricos, periodistas y empresarios y respetuoso y cauto contra la delincuencia organizada, o usted mismo reflexiónelo.

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@EduardoSadot