Ciudad de México, México, 23 de julio de 2025 ::: En México, la presencia de agrupaciones religiosas no
reconocidas por el Estado no es un fenómeno reciente. Desde mediados del siglo XIX, tras la eliminación del dominio exclusivo de la Iglesia católica durante el mandato de Benito Juárez, se abrió paso a la diversidad religiosa en el país. Sin embargo, esta libertad también ha permitido el surgimiento de colectivos que, lejos de promover la espiritualidad, incurren en prácticas delictivas.
Una muestra de ello es el caso de la secta conocida como “Angelito Negro 666”, la cual operaba de manera secreta en la ciudad de Pachuca, Hidalgo. Según las investigaciones de la Secretaría de Seguridad Pública estatal y reportes de medios locales, el grupo era liderado por Ignacio N, quien se autodenominaba “el líder” y era quien dirigía las actividades del colectivo.
El comunicólogo y cineasta Alejandro Andrade Pease ha señalado que muchas de estas agrupaciones funcionan fuera del marco oficial, y de acuerdo con cifras del INEGI, hasta 2018 solo había legalmente registradas unas 3 mil 500 asociaciones religiosas no católicas en el país.
::: Estrategias de captación: manipulación e intimidación
El proceso de reclutamiento de esta secta comenzaba principalmente en redes sociales y lugares concurridos, donde los miembros del grupo se acercaban a jóvenes (principalmente mujeres entre los 15 y 21 años) ofreciéndoles promesas de ayuda espiritual, acompañamiento emocional y una supuesta pertenencia a una comunidad segura.
La invitación inicial consistía en asistir a encuentros que, en apariencia, ofrecían soluciones personales y una protección especial. Sin embargo, tras ese primer acercamiento, las personas eran llevadas a reuniones privadas en domicilios particulares. Ahí se desarrollaban rituales que incluían elementos esotéricos, consumo de sustancias y compromisos de confidencialidad total respecto a lo que sucedía dentro del grupo.
En un boletín oficial, tanto el gobierno estatal como la Procuraduría General de Justicia de Hidalgo confirmaron que esta organización operaba bajo normas estrictas y aplicaba sanciones a quienes desobedecían o intentaban abandonar el grupo. También se documentaron actos de violencia física y verbal, los cuales ponían en riesgo la integridad de las jóvenes.
La Secretaría de Seguridad Pública de Hidalgo hizo un llamado a la ciudadanía para reportar cualquier actividad sospechosa relacionada con grupos que manipulen a menores, utilicen amenazas o promuevan acciones ocultas bajo apariencia espiritual.
Asimismo, se recomendó a madres, padres y tutores supervisar el uso que los adolescentes hacen de redes sociales y mantener un canal de comunicación abierto, con el objetivo de detectar posibles señales de comportamiento fuera de lo común.