México, 16 de junio 2025 ::: La regulación de la inteligencia artificial (IA) tiene que ser flexible y adaptable,
porque la rígida se vuelve obsoleta e ineficaz; y se debe basar más en principios éticos que en reglas estrictas, propuso Pablo Pruneda Gross, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
En los cuerpos de gobernanza que la reglamenten deben participar gobierno, academia, industria y organizaciones de la sociedad civil, destacó durante la realización de AI Summit 2025.
Enfatizó que en México –donde ha habido iniciativas, pero ninguna aterrizada– existe una amplia oportunidad de retomar los aprendizajes de otras partes y emitir un ordenamiento que sirva de modelo para el mundo.
“Con una visión múltiple es como podremos encontrar mecanismos de gobernanza adecuados ante esta tecnología”, consideró en el encuentro organizado por el Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas de esta casa de estudios, y las empresas OpenAI y Fintual.
A decir del especialista, la regulación tiene que estar enfocada en incentivos, no en sanciones, y dejar éstas para los casos de violaciones graves. El uso de IA para fines bélicos, por ejemplo, debe ser una de las excepciones para esta regla.
El universitario dijo que otra recomendación es que esté alineada con la visión de América del Norte. “Hacerlo de otra manera nos excluye de la realidad y nos saca de una lógica regulatoria bien aterrizada”.
Para generar una inteligencia artificial apegada al beneficio de la humanidad, se requiere un entorno regulatorio con principios éticos, que no son vinculantes, pero orientan hacia dónde se quiere dirigir el desarrollo y la aplicación de estas tecnologías, explicó Pruneda Gross al participar en la conferencia “Retos y regulación de la IA”.
Su buen uso y progreso permite soñar con sistemas de salud superiores, ampliar la expectativa de vida; educación más incluyente; mejores mecanismos de aprendizaje, de impartición de justicia, medioambiente; o procesos de producción accesibles, etcétera.
El desarrollo, empleo e infraestructura de la tecnología es extraterritorial y global; no se puede ceñir a la jurisdicción de un Estado, país o bloque de naciones, y sus aplicaciones impactan todos los aspectos de nuestra vida, consideró.
La complejidad regulatoria tiene que ver con eso; no es una ciencia que sólo se aplica para cierto tipo de industrias. La IA evoluciona con rapidez vertiginosa, aseveró.
“Con la IA también hay retos, por ejemplo que esté alineada con los valores, principios y garantías fundamentales para que su utilización y aprovechamiento siempre vaya de la mano de los intereses de las personas; de otra manera se podrían generar riesgos de viabilidad de la especie humana, finalizó el académico.