Villoro le apuesta al ‘periodismo de tentación’

Villoro

Entre anécdotas y vivencias personales, el escritor mexicano Juan Villoro presentó anoche su libro “¿Hay vida en la Tierra?”, en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, en esta capital.

Con la charla, el autor de “El libro salvaje”, “El testigo” y “Arrecife”, por mencionar algunos títulos, cerró las actividades del

Diplomado de Creación Literaria impartido por la también escritora Josefina Estrada.

Ante una numerosa audiencia que abarrotó el espacio, Villoro, considerado uno de los intelectuales mexicanos más activos e importantes de la actualidad, habló brevemente de su trayectoria como escritor, periodista y cronista.

Además, explicó cómo es que escribió el libro antes mencionado, el cual reúne 100 cuentos basados en circunstancias reales, una mezcla de periodismo y literatura.

“La idea de este libro no proviene de un proyecto de conjunto, sino que cuando inicié a escribir crónicas en los diarios, me costó trabajo concentrarme en temas que tuvieran que ver con una noticia, es decir, que fueran temas con una importancia informativa garantizada.

“Hay ciertas zonas de la realidad en donde nosotros tenemos que descubrir cuál es ese elemento de secreto, que muchas veces está guardado en zonas cotidianas, que pasan desapercibidas ante nosotros”, dijo.

Contó que, para su generación, fue decisiva la influencia del escritor y periodista Jorge Ibargüengoitia (1928-1983), “como una persona que nos autorizó a pensar que los enigmas de la vida diaria, pueden ser tan fabulosos para un periódico, como pueden serlo las grandes noticia”.

Villoro comentó que en el prólogo de la obra presentada, existen dos tipos de acercamiento a la información; por un lado el periodismo de necesidad, “aquel en el que todos tenemos que saber ciertas cosas a partir de lo que sucede en el mundo”.

Pero por otra parte, refirió, está el periodismo de tentación, que son esas cosas que uno lee en los diarios, sólo porque a uno se le antoja leerlas.

Ejemplo de ello, señaló, es la crónica que Gabriel García Márquez (1927-2014) escribió de la llegada de una vaca a la costa colombiana, la cual se plantó en el centro de una plaza y nadie la podía mover; “existía la tentación de sentarse a leerla; es algo que te invita, sin que necesariamente tengas una predisposición, un gusto para hacer eso”.

Recordó que cuando Ibargüengoitia llegó a “Excélsior”, su director Julio Scherer (1926-2015) le pidió que escribiera de lo que le diera la gana.

“Y Scherer entendió que en Ibargüengoitia había un testigo de lo cotidiano, alguien que iba a revelar cosas que formaban parte de nuestra vida, pero que nadie las había tocado”, agregó.

Y en este libro, señaló Villoro, de lo que se trataba era de revelar cosas de lo que muchas veces somos y pasamos por alto, y en buena medida, esto tiene que ver con un deseo de cobrar venganza, de situaciones absurdas que nos irritan.

En su charla, el intelectual hizo un par de crónicas de vida cotidiana durante un viaje a Cuba, a solicitud de Julio Scherer para la revista “Proceso”.

“Entonces esto tiene que ver con las crónicas de Ibargüengoitia y un poco con lo que yo he tratado de hacer en este periodismo de tentación, que no necesariamente da una noticia evidente, pero todas estas historias crean un cuadro de costumbres de la forma en que la hemos vivido hoy”, señaló.

Comentó que ante las nuevas tecnologías, “hoy llevamos una vida espectral donde estamos incluso, asumiendo personalidades paralelas en sitios como Second Life, entonces, mientras nosotros estamos abismados en las pantallas, de alguna manera la vida cotidiana que estaba más cerca de nosotros, prosigue.

“No siempre nos damos cuenta de la sustancia de la vida, tenemos más noción del pasado y del futuro, es decir, de lo que recordamos y anhelamos que de lo que vivimos en el presente, se nos fuga y muchas veces pasa algo, nos cae el 20.

“Esa calidad evanescente del presente, se intensifica en tiempos de la realidad virtual, donde muchas veces estamos en una representación de la vida que es la realidad desvirtual, pero lo que era la vida cotidiana, se nos desaparece.

“Y por eso, quise hacer estas crónicas que tuvieran que ver con esa sustancia fugitiva de la vida y que de manera secreta constituye lo que somos, nos explican”, concluyó.

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