Exhibe Alberto Castro Leñero mural en Colegio de San Ildefonso

México, 03 de junio 2025 ::: A los nombres de Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros,

Fernando Leal, Jean Charlot, Ramón Alva de la Canal y Fermín Revueltas, quienes firman los murales del Colegio de San Ildefonso, se suma ahora el de Alberto Castro Leñero.

 La cuna del muralismo mexicano se actualiza con la presencia de artistas contemporáneos: Castro Leñero (Ciudad de México, 1951), con una trayectoria de más de cuatro décadas, se ha dedicado a la pintura, la escultura, el grabado y el video.

Temas como la violencia, el entorno urbano y la abstracción han llevado su obra a espacios como el Museo de Arte Moderno, el Palacio de Bellas Artes y el Museo de la Ciudad de México, y a trascender fronteras, llegando a Ecuador, Alemania y otros países. Entre sus intervenciones en el espacio público se cuentan las del metro de Ciudad de México. Además, es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

En uno de los pasillos del Colegio, el artista realizó un mural que lleva por título Desplazamiento, cuyo núcleo temático es la migración, con el que interviene en este espacio, emblema del muralismo mexicano, para dialogar con el resto de las obras y de los creadores presentes en el recinto.

“Es una oportunidad y un privilegio que mi obra pueda presentarse cien años después del movimiento muralista. Siento que propone una continuidad; es como un puente que se crea por el hecho de tener la presencia de un artista de mi generación y retomar la tradición. El enfoque está puesto en el contexto en el que se encuentra el mural, es decir, para que conviva con las obras del resto de los autores”, dijo.

Para este trabajo, Castro Leñero empleó de referencias a íconos de la cultura popular del país. Esto genera una reflexión en torno al recurso del muralismo como herramienta para capturar un momento histórico en particular.

“La migración es un fenómeno que impacta a toda la sociedad en nuestros días. Independientemente de las razones, podemos ver que este movimiento de miles de personas provoca cambios muy interesantes en la comunidad a la que arriban. Me interesó trabajar de esta manera para sumar mi trabajo al de los autores presentes en el resto de las pinturas, que tienen una gran influencia en mi propia producción. El Colegio de San Ildefonso es icónico para el muralismo en el país, es una especie de santuario. Espero que surja la oportunidad de que otro artista inaugure más obras como la mía. Es difícil que el proyecto salga solamente del artista; las autoridades deben invitarlo y apoyar su realización, pero las ideas son muy grandes”.

En Desplazamiento los símbolos incluidos crean una red que genera en conjunto tensión y significado. La obra tomó como punto de partida fotografías de migrantes con las cuales el autor invita al espectador a generar múltiples interpretaciones y confrontar una realidad vigente.

“Mi enfoque no es crítico respecto al fenómeno de la migración, a diferencia de lo que hicieron otros muralistas en el recinto, que sí abordaron aspectos sociales de su época. Lo que intento es presentar recursos pictóricos ambivalentes para que el espectador pueda interpretarlos. No se trata de un texto que diga algo en particular, sino que la gente puede relacionar las imágenes con diferentes conceptos. Para mí, es importante dejar un espacio de modo que el público pueda encontrarse, interpretar y preguntarse sobre la obra”.

Castro Leñero mencionó como ejemplo la figura de la virgen de Guadalupe, que surge de manera natural al estar asociada con el sufrimiento de los migrantes, quienes buscan esperanza en ella. Su presencia como elemento religioso y mítico genera un quiebre en el conjunto de personajes y referencias del mural.

“Esta referencia –indicó– tiene la intención de registrar lo que está sucediendo con los migrantes y, al mismo tiempo, posee un componente pictórico que provoca una conexión con varios elementos de la obra, que son reconocibles y se suman a otros, como las cruces, que representan las muertes de quienes no logran llegar a su destino. De esta manera, se crea una recomposición en el espectador y se genera una lectura del mundo contemporáneo”.

Asimismo, explicó: “Al principio, tuve la idea de tocar de manera paralela la obra de David Huerta, quien fue amigo mío, como escritor y docente. Sin embargo, el proceso avanzó y se modificó hasta llegar al tema de la migración, planteándome cómo podría dialogar con los otros murales. El contenido de la obra, en principio, tenía la idea de vincularse directamente con el espacio, pues debía ser una composición horizontal. Luego me enfoqué en crear una gran marcha que atravesara todo el muro. La conexión con la migración surgió de manera natural”.

Luego “avancé en la concepción de la obra como un todo, y entonces surgieron algunos elementos tridimensionales. Consideré que era importante colocar en la mitad del trabajo una especie de quiebre en el que la pintura salía y creaba un triángulo. Así logré que continuara como una referencia tridimensional. Fue un pequeño experimento en el que los temas y las figuras surgieron de la información que fui recopilando de internet o de mis propias fotografías, con el fin de construir la composición que define a la obra”, concluyó Castro Leñero.

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