México, 30 de julio de 2025 ::: Un muro cubierto con fotografías de casas destruidas por las bombas en zonas
de guerra como Ucrania, Gaza, Yemen e Israel; la obra se titula Domicidio. Imágenes fotográficas de su infancia cuyas líneas se transforman en dibujos de gran tamaño. Lo mismo le ocurre a fotografías de niños disfrazados y acompañados de animales disecados que se tornan siniestros. El arte de Carla Rippey es el de la resignificación de la imagen,
Desde los años 70, la estadunidense afincada en México ha creado un cuerpo contemporáneo de obra en torno a temas claves del siglo XX y el XXI: la apropiación, relectura, manipulación y resignificación de la imagen. Tales son los ejes de la más reciente exposición individual de Rippey, La imagen interceptada, que llega al Museo Universitario del Chopo este 2 de agosto.
Además de piezas icónicas de la artista, como las ya mencionadas transfiguraciones de fotografías a través del dibujo, podrán admirarse piezas nuevas donde su mirada perspicaz sigue criticando nuestro tiempo, sirviéndose de una enorme capacidad para dotar de nuevos sentidos a las imágenes de los diarios, la televisión o internet. “Toda la exposición tiene que ver con ir de la fragmentación a crear una narrativa u otro conjunto. Son agrupaciones hechos de fragmentos. Que es un poco como son nuestras vidas ahora que hemos fragmentado las imágenes”, dijo Rippey al detenerse por un momento a mirar de forma pensativa toda la sala.
Detrás de este trabajo hay años, décadas de pensar las fotografías, los videos, los productos audiovisuales de internet, conducida por una atracción poderosa. Dibujo, pintura, collage, escultura y cerámica son las técnicas que constituyen las 120 piezas que integran la propuesta expositiva de La imagen interceptada, curada por Tania Ragasol.
“Es una especie de diálogo, a veces cambio algo del sentido de la imagen, a veces sólo quiero explorar su significado o exaltarlo. En éstas [señala las fotos de su infancia, tomadas por su padre e intervenidas por ella] sólo quiero adentrarme en lo que era. Cuando empecé a trabajar estaba muy mal visto trabajar con fotos, pero yo tenía una gran atracción hacia las fotos porque crecí leyendo Life, Look, todas esas revistas y libros y muchas imágenes. Me interesaba tener interacción con las imágenes. Justo por entonces empezó a ser aceptable el término 'apropiación’, posiblemente podría calificarse de obsesión en mi caso”, confesó riendo.
En varias piezas es notoria otra obsesión de Rippey, la de la estética asiática, ya sea en referencias al cine, la televisión, o a la manera artística de vestir de los jóvenes japoneses.
“Crecí también con una fuerte atracción hacia la estética victoriana, pero su trasfondo es Asia, por todas las colonias. Cuando fui a Camboya, al bajar del avión pensé, 'Vaya, estoy dentro de mi cabeza’. Una de las cosas que más me ha gustado trabajando con imágenes japonesas es cómo la tradición de la caricatura del grabado japonés se refleja ahora en el manga, el anime y en cómo se visten los chavos”, explicó mientras avanzaba frente a un dibujo de dos fotografías, una proviene de una cinta del realizador japonés Nagisa Õshima, mientras que abajo vemos a Õshima mismo, en calzones, y camisa con corbata, metido en el agua con su equipo, filmando.
La primera parte de la exposición reúne obra sobre el tema de las ruinas, de la precariedad, nos dijo Rippey, ahí recibe al visitante la ya citada Domicidio, con toda su brutalidad y actualidad. Cerca vemos una serie de fotografías famosas intervenidas y dedicadas al tema del duelo, donde aparece, por ejemplo, la explosión del dirigible Hindenburg. Esta serie está dedicada a su hermana que falleció. Y más allá, vemos la serie de mujeres detenidas en comisarías de Ciudad de México, tomadas por los hermanos Casasola en los años 30.
Obras que tocan las fibras sensibles de la tragedia personal, histórica, de las luchas del feminismo o de la estética de la intimidad, pero, en todo caso, obras que nos remiten a una urgencia, la de conectarnos con lo actual y lo necesario.
“Es un poco mi forma de procesar lo que está pasando. Siento que no lo podemos ignorar. No creo que ayude en nada colocando mis imágenes aquí, pero no lo podemos pasar por alto, olvidar”, concluyó.
Rippey (Kansas, Estados Unidos, 1950) acepta una gran influencia en su arte de su madre, dedicada a la literatura, y de su padre, fotorreportero, y desde joven reunió fotografías, revistas y diarios que luego, tamizados por la actualidad, se convirtieron en productos artísticos donde su intervención los dotaba de nuevo sentido.
Educada en París, Nueva York y Chile, llegó a México en 1973 para desplegar su enorme potencial artístico. Su obra se ha expuesto en numerosos museos nacionales y en espacios internacionales.
La imagen interceptada podrá visitarse del 2 de agosto al 2 de noviembre en el Museo Universitario del Chopo.