Estudian vacuna contra la leishmaniasis

leishmaniasis

Un grupo de investigadores del Laboratorio de Parasitología del Centro de Investigaciones Regionales "Dr. HideyoNoguchi" de la Universidad Autónoma de Yucatán (CIR-Uady) trabajan en el desarrollo de una vacuna contra la leishmaniasis.

 

En entrevista con la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el investigador Julio Vladimir Cruz Chan explicó que la enfermedad la produce un parásito protozoario intracelular llamado Leishmania, el cual entra en la piel a través de la picadura de la mosca de arena Lutzomyia.

 

El insecto abunda en las áreas tropicales del sur de México, y las especies olmeca y cruciata son las que se presentan en Yucatán. Los macrófagos —células del sistema inmunitario localizadas en los tejidos— fagocitan el parásito y suelen escapar del poder de la respuesta inmune.

 
  1. leishmaniasis tiene formas clínicas, la cutánea y la visceral; la primera se presenta con mayor frecuencia en la región peninsular y se ubica en la novena posición de las enfermedades tropicales más ignoradas, con un estimado de 1.2 millones de casos nuevos por año.
 

La forma cutánea consiste en una úlcera en la piel con bordes indurados en la zona donde la mosca pica, que de manera común ocurre en cara y manos. La forma visceral causa, en los peores casos, daños en el hígado y el vaso que pueden convertirse en heridas fatales.

 

"Nuestro objetivo más importante es desarrollar una vacuna contra la leishmaniasis, estamos probando varios antígenos y esperamos de acuerdo con nuestros planes tener la vacuna en menos de cinco años", manifestó el epidemiólogo.

 

La enfermedad se descubrió en México en 1912, y recibió el nombre de leishmania mexicana; sin embargo, a pesar de que pasaron más de 100 años, hasta ahora no se logró desarrollar una vacuna, solo se trata con hepatotóxicos y en muchas ocasiones, no están disponibles.

 

Cruz Chan refirió que en los primeros trabajos de investigación se generaban cultivos de parásitos que se colocaban en autoclave para disminuir su virulencia, o bien, utilizaban parásitos muertos para desarrollar vacunas que protegían por poco tiempo debido a la gran variedad de proteínas que tiene el parásito.

 

Después se estudiaron subunidades y se implementó la tecnología de vacunas recombinantes, donde se toman genes del parásito que se insertan en plasmados vectores circulares de ADN. Con este las células son transfectadas y se produce una proteína que se purifica y somete a modelos experimentales.

 

Alrededor del año 2000 se inició el desarrollo de una nueva categoría de vacunas llamadas vacunas de ADN, que son muy similares a las vacunas recombinantes pero difieren en que en este proceso se coloca el plásmido desnudo en modelos experimentales con ratones, con lo que se obtuvieron resultados favorecedores.

 

"El gen NH36 es un candidato que se expresa muy bien, genera inmunogenicidad y protección parciales; hemos estado probando la molécula en hámsters y en los últimos años en perros", comentó el investigador.

 

En la actualidad, los investigadores del CIR colectan las células de pacientes que presentan leishmaniasis cutánea para cultivarlas con los antígenos candidatos y conocer más sobre su respuesta contra el parásito.

 

Además del gen NH36, hay péptidos que se predijeron de un estudio basado en bioinformática, con los que en la actualidad se realizan las pruebas como candidatos a vacunas.

 

En México las únicas tres instituciones que trabajan en el desarrollo de una vacuna contra la leishmaniasis son el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

 

Así como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Centro de Investigaciones Regionales de la Universidad Autónoma de Yucatán (CIR-Uady).

Follow Us on Social

Most Read