ESPAÑA, 6 de agosto de 2025 ::: La vejiga hiperactiva tiene tratamiento, bien farmacológico o si este falla, quirúrgico.
Esto es algo que las personas afectadas deben saber, porque muchas de ellas lo desconocen.
Desde la Asociación Española de Urología (AEU), el coordinador nacional del grupo de Urología Funcional Femenina, Luis Resel, explica a EFEsalud que esta patología es un trastorno que se caracteriza por un síntoma principal: la urgencia miccional y aumento de la frecuencia tanto de día como de noche, con o sin presencia de incontinencia.
Hay “multitud” de causas que pueden producirla, pero la definición de vejiga hiperactiva como tal es aquella que no es secundaria a otras alteraciones orgánicas, sobre todo en la mujer, asegura el experto de la AEU, quien subraya que el diagnóstico se hace por descarte de otras anomalías.
“Es una contracción involuntaria del detrusor, que es el músculo de la vejiga”, abunda Resel.
El síntoma principal que la define es la urgencia patológica, es decir, “el deseo imperioso de orinar”. No se trata de la urgencia fisiológica de hacerlo, que es cuando se tienen muchas ganas pero se puede aguantar.
El riesgo de incidencia y severidad aumenta con la edad.
Y se dividen entre vejigas hiperactivas secas, que son las que no producen incontinencia y húmedas, y las que sí. Son éstas últimas las que más afectan a la calidad de vida.
“Tiene un impacto brutal porque afecta a todas las facetas de nuestra actividad cotidiana. Llega un momento en que los pacientes se aíslan, entran en depresión. Les afecta a su vida laboral, social y familiar”, afirma el urólogo.
Y es que, prosigue el experto, los pacientes creen que la enfermedad molesta a los demás y por eso se aíslan. De hecho, hay gente que tiene que orinar en menos de una hora y eso supone que todo el día está buscando baños..
Hay otras personas que pueden aguantar una hora o dos, pero la urgencia les condiciona.
Por eso, hace hincapié en que el impacto de la calidad de vida es mayor que en otras enfermedades como la diabetes o la artritis reumatoide.
Está infradiagnosticada por varias razones, insiste, entre ellas porque muchas pacientes creen que es propio de su condición femenina y de la edad, o porque la han padecido las mujeres de su familia y piensan a ella les toca también y no van al médico
“Entre un 25 y 50% no acude a la consulta (…) Además se van habituando ellas mismas a su situación”, indica Resel, quien subraya el componente psicológico tan importante que tiene esta afectación.
El tratamiento en primera línea es farmacológico, con anticolergénicos y adrenérgicos, que relajan la vejiga, de forma que disminuyen la frecuencia de las contracciones involuntarias.
Además, el abordaje es multidisciplinar y personalizado, que incluye recomendaciones dietéticas, reeducación vesical y rehabilitación del suelo pélvico, de forma que se instruye a las pacientes a posponer las micciones poco a poco.
“Nuestra idea es que el paciente esté mejor solo con el tratamiento conservador y necesite la medicación en las épocas en que se encuentre peor”, explica.
Así, el experto subraya la necesidad de decir a los pacientes que la patología tiene tratamiento y que puede curarse o al menos, mejorar muchísimo. “El mensaje más importante es ese”, sostiene el urólogo.
Ese primer manejo, indica, lo puede hacer el médico de familia: prescribir el tratamiento, la reeducación de la vejiga y le puede derivar al rehabilitador.
Otra fase, si los fármacos no funcionan o tienen efectos secundarios, es la cirugía, de la que hay dos tipos: las inyecciones intravesicales de botox y la neuromodulación de raíces sacras, a través de una especie de marcapasos.
“Lo que hace es estimular el nervio pudendo para disminuir la hiperactividad”, agrega.
Y hay un procedimiento intermedio, entre los fármacos y la cirugía, que es la neuroestimulación del nervio tibia posterior, con una especie de parche que se pone en el tobillo, donde esta el citado nervio, al que da unas corrientes eléctricas para mejorar la vejiga hiperactiva.
“Ahora hay incluso dispositivos que se pueden comprar y colocar en casa en forma de tobillera, que son muy cómodos para el paciente”, concluye el experto de la AEU