Demuestran que el ejercicio puede lograr que persona de 103 años se levante sola

ESPAÑA, 25 de noviembre de 2025 ::: Una investigación pionera a nivel mundial demostró que una persona de 103 años,

que necesita ayuda para levantarse de la cama, puede conseguir incorporarse sola para ir al baño mediante la práctica de determinados ejercicios físicos. El estudio subraya el inmenso potencial del ejercicio adaptado y la rehabilitación en la edad avanzada para mejorar la autonomía y la calidad de vida.

Investigación que ha puesto de manifiesto que el ejercicio puede transformar la vida de personas con edades muy avanzadas, incluso en el entorno de los 100 años, porque mejora su calidad de vida y permite ganancias en autonomía, seguridad y bienestar. Es una de las conclusiones de un trabajo llevado a cabo por el IIS Biogipuzkoa, del Departamento de Salud del Gobierno Vasco; la Universidad de Zaragoza y el Centro de Investigación Biomédica en Red, CIBER. También han colaborado los Servicios de Geriatría del Hospital de Albacete y de Toledo.

“Este estudio confirma que la capacidad funcional se puede mantener y mejorar con ejercicio físico incluso en las edades más avanzadas”, señala el doctor Ander Matheu, coordinador del trabajo y responsable del Área de Envejecimiento del IIS Biogipuzkoa, en una nota de prensa remitida por CIBER.

La doctora Nuria Garatachea, profesora titular en la Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte y miembro del grupo Exer-GENUD de la Universidad de Zaragoza, añade, según el comunicado, que “nunca es tarde para comenzar a entrenar” y señala que a pesar de que el ejercicio no “alargue la vida”,  lo que sí hace es mejorar la calidad de esta, aumentando la “autonomía, seguridad y bienestar».

Esta investigación, publicada en Journal of Cachexia, Sarcopenia and Muscle, se basa en el seguimiento hecho a 19 personas centenarias. A 12 se les aplicaron programas de entrenamiento ideados para el trabajo y el resto formó parte del grupo control. 

Durante tres meses, los participantes realizaron un programa de entrenamiento de fuerza con pesas y con su propio peso corporal, dos veces por semana, empezando con sesiones de 20 minutos y llegando hasta los 40-45 minutos. Quienes siguieron los programas de ejercicio experimentaron una mejora “significativa” en todas las escalas de fragilidad y capacidad funcional, “además de mostrar cambios positivos en biomarcadores asociados a fragilidad”, subraya CIBER.

Además del impacto funcional, se analizaron muestras de sangre para evaluar biomarcadores ligados a la fragilidad de las personas. Los resultados del análisis fueron claros, puesto que tras la intervención incrementaron positivamente los marcadores clave como las citocinas inflamatorias.

:::  Cambios a mejor en la vida diaria de personas centenarias

Según señalan los especialistas citados, las personas que llegan a tener 100 años es porque realmente están muy sanas, de ahí que cobrara interés estudiar sus biomarcadores y sus respuestas a determinados ejercicios para “identificar factores protectores frente a la fragilidad”. 

Los resultados, además de provenir de datos cuantificables, resultan valiosos porque demuestran un cambio en la vida diaria de las personas. Un ejemplo claro es el de un hombre de 103 años que participó en la investigación. Tal y como consta en la nota de prensa remitida por CIBER, pasó de necesitar ayuda para ir al baño a poder levantarse solo por la noche. O una mujer de 102, quien cuando comenzó el trabajo necesitaba moverse en silla de ruedas y, al término, había recuperado fuerza suficiente para levantarse y sentarse sin ayuda.

“Estos cambios se correlacionaron con la mejora funcional, confirmando que el ejercicio no solo fortalece músculos, sino que también modula procesos biológicos vinculados al envejecimiento y la fragilidad”, concluye  el doctor Matheu.

Recalca, por otro lado, la dificultad de la investigación “teniendo en cuenta que, de cada 100.000 habitantes, sólo 11 personas tienen 100 años o más de 100 años”.

Señala CIBER en la nota que el envejecimiento de la población supone “un reto para el sistema socioeconómico, sanitario y para la sociedad en general”. 

“La población envejecida aumenta de manera constante a nivel mundial, sobre todo en los países más avanzados, y este crecimiento no está previsto que se detenga. De ahí la importancia de realizar este tipo de estudios que faciliten la toma de decisiones en materia de envejecimiento poblacional”, asegura Matheu.

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