México, 12 de septiembre de 2025 ::: En México, existen muchas leyendas urbanas que han pasado de generación
en generación hasta nuestros días de manera oral y escrita. Algunas de ellas tienen origen o evidencia histórica que les da sustento a sus historias.
Tanto las leyendas urbanas como las tradiciones, costumbres y creencias, se destacan por formar un componente fundamental dentro del folclore mexicano.
La persistencia de estas historias se debe a la combinación de hechos documentados y la transmisión oral, que ha enriquecido su contenido y las ha mantenido vigentes en la memoria colectiva.
:::La Llorona
Uno de los casos más emblemáticos es el de La Llorona, cuya leyenda se remonta a la época prehispánica. Existen registros históricos en Xochimilco desde el siglo XVIII que describen la presencia de una mujer de belleza incomparable que, tras perder a sus hijos, era vista lamentándose en los canales. Este episodio documentado constituye la base del mito que, hasta la actualidad, sigue siendo narrado y adaptado en distintas regiones del país.
De acuerdo con la información publicada por México Desconocido, se cuenta que, La Llorona, es el espíritu de una mujer vestida de blanco que deambula por las noches en diferentes lugares. Muchas personas aseguran haberla escuchado lamentarse, además de haberla visto pasar, sin importar si se encontraban en una zona rural o en la ciudad.
La historia data de la época colonial. Antes de ser un espectro aterrador que atormenta a las personas, era una mujer muy hermosa, la cual, fue abandonada por su amado esposo junto a sus dos hijos que habían criado.
Su dolor fue tan grande que cayó en completa locura y decidió ahogar a sus hijos en la orilla de un río. Al darse cuenta de lo que hizo, decidió quitarse la vida. Desde ese día se dice que La Llorona, deambula por las calles, en busca de sus hijos gritando aquella frase que ha erizado la piel de quienes la escuchan, “Ay, mis hijos”.
::: La Pascualita
En el norte de México, la historia de La Pascualita ha generado especulaciones durante décadas.
Se trata de un maniquí expuesto en un escaparate de Chihuahua, cuya apariencia realista ha llevado a muchos a creer que podría tratarse del cuerpo embalsamado de la hija del propietario, fallecida el día de su boda. Aunque esta versión no ha sido confirmada, existen registros históricos que alimentan la leyenda, contribuyendo a su popularidad y misterio, según información de México Desconocido.
Según relatos, la hija de la señora Esparza tenía un destino brillante: inteligencia, belleza y un carácter bondadoso que la distinguían. Sin embargo, una picadura de alacrán terminó abruptamente con su vida el día de su boda, llevándose sus aspiraciones y felicidad.
Incapaz de sobrellevar la pérdida, la señora Esparza tomó la decisión de embalsamar a su hija para poder conservar su presencia hasta el final de sus días, en 1967, lo que desató rumores inquietantes en la comunidad.
::: La Casa de los Tubos
La ciudad de Monterrey alberga la leyenda de La Casa de los Tubos, una construcción reconocida por su arquitectura inusual y su reputación de estar embrujada. La fama de este lugar se consolidó tras un accidente fatal que involucró a una niña, hecho que fue documentado en periódicos locales.
Este suceso real sirvió como punto de partida para la proliferación de relatos sobre fenómenos paranormales en la vivienda.
Todo comenzó cuando un padre y su hija, quien no tenía movilidad en sus piernas y dependía completamente de su silla de ruedas, se mudaron a Monterrey en busca de construir una vida juntos en la región. La condición de su pequeña, lo orilló a querer construir una casa con rampas en vez de escaleras, con el fin de que ella pudiera recorrerla sin que sus problemas motrices se lo impidieran.
La construcción avanzaba, sin embargo, los problemas entre los albañiles que trabajaban en ella, se empezaron a intensificar, a pocos meses de finalizar la casa. Las herramientas de trabajo se comenzaron a perder sin razón alguna. Además dos trabajadores, murieron de manera inexplicable, aparentemente, cayeron por alguno de los pisos del terreno construido.
Poco tiempo después, el padre decidió mostrarle a su hija, el que hubiera sido su próximo hogar. Sin alguna lógica que se pudiera explicar, la niña llegó hasta la parte más alta de la construcción.
El padre, angustiado y desesperado por encontrarla, escuchó un gran estruendo que golpeó el concreto, descubriendo el cuerpo de su hija sin vida en el piso de la casa. Tras la tragedia, la construcción quedó inconclusa y acabó abandonada cuando el padre, devastado por el dolor, comenzó a refugiarse en el alcohol dentro de la vivienda hasta que, superado por la tristeza, decidió acabar con su vida. Desde entonces, nadie volvió a ingresar al lugar.
Durante más de cuarenta años, la Casa de los Tubos se ha convertido en escenario de relatos sobre pactos suicidas, muertes en circunstancias misteriosas y supuestas apariciones.
::: El Callejón del Diablo
En la Ciudad de México, el Callejón del Diablo es conocido por su historia de violencia y crímenes ocurridos en el siglo XIX.
La documentación de estos hechos en la época contribuyó a que el sitio adquiriera la reputación de lugar maldito, lo que dio origen a la leyenda que aún se asocia con ese espacio urbano. Diversas versiones de la leyenda rodean este lugar y todas coinciden en advertir sobre lo que allí puede suceder durante la noche.
El testimonio de un hombre, se extendió rápidamente, después de lograr escapar del Callejón del Diablo y narrar su aterradora experiencia.
Al llegar a la mitad del callejón, notó una sombra enigmática detrás de un gran árbol; lejos de huir, decidió continuar. La figura avanzó hacia él y al girar la vista, afirmó encontrarse cara a cara con el mismísimo satanás.
Mientras huía, sentía que el suelo se hundía bajo sus pies, como si una fuerza desconocida intentara retenerlo.
::: El Charro Negro
El mito del Charro Negro, originado en Guerrero, toma inspiración de un forajido real del siglo XIX que, ataviado completamente de negro, asaltaba a los viajeros y dio pie a la leyenda del Jinete Negro.
De acuerdo con la información de México Desconocido, antes de ser una entidad terrorífica, era un hombre muy pobre que vivía con sus padres. Tras la muerte de estos, frustrado y cansado de vivir en pobreza toda su vida, el hombre decidió invocar al diablo para pedirle riqueza. Sin saber los medios que utilizó para invocarlo, Lucifer apareció frente a él. Escuchando sus peticiones, accedió, con la única condición de llevarse su alma, cuando su vida terminara.
El trato se concretó con éxito y el hombre, durante muchos años, vivió lleno de riquezas, mujeres, supuestos amigos, apuestas, vino y costosas vestimentas. Sin embargo, la sensación de soledad nunca dejó de atormentarlo.
El diablo se le apareció para recordarle que el trato que habían realizado, estaba próximo a cobrarse. Aterrado hasta la última parte de su cuerpo tras el recordatorio, el hombre comenzó a esconderse del maligno, incluso, el personal de su hacienda colocó cruces en toda la propiedad y construyó una pequeña capilla.
Presa del miedo, el charro escapó en plena noche con su mejor caballo y una bolsa de monedas de oro que había conservado, esperando no ser visto. Sin embargo, el diablo notó su ausencia y decidió reclamarlo aún antes de que cumpliese su destino natural.
En el instante en que el diablo apareció ante el charro y su montura, interrumpió su huida nocturna. El caballo, leal a su dueño, intentó defenderlo, pero la transformación ya había iniciado: los brazos del charro se secaron y la carne desapareció, quedando sólo su atuendo de charro sobre los huesos. El demonio añadió: “Veo que tu bestia te es fiel, por eso ha de ser maldita igual que tú y condenada a acompañarte a tu viaje hacia el infierno. Aunque, de vez en cuando, quiero que hagas algo por mí, cobrarle a mis deudores. Si haces bien tu trabajo, dejaré que el hombre que acepte esa bolsa con monedas de oro que traes, tome tu lugar”.
Desde ese momento, el Charro Negro quedó condenado a soportar tormentos sin fin en el infierno y a salir sólo para cobrar las deudas de quienes le debían a Lucifer. Su única esperanza radica en que, alguna noche, un viajero seducido por la avaricia acepte aquella bolsa con monedas de oro y ocupe su lugar, permitiendo así que él y su caballo encuentren descanso.
::: La Planchada
El fenómeno conocido como La Planchada en el Hospital Juárez de CDMX, anteriormente llamado Hospital de San Pablo, está relacionado con una enfermera auténtica, célebre por su entrega profesional y fallecida hace décadas, cuya presencia sigue siendo reportada como manifestación paranormal.
A inicios del siglo XX, Eulalia trabajaba en dicho hospital de la Ciudad de México, caracterizándose por su trato dulce y amable con los pacientes. Al rededor del año 1900, la mujer se enamoró perdidamente de Joaquín, un médico que también trabajaba en la clínica. Tras confesarle su amor, sin hacerle mucho caso, el doctor accedió a tener una relación de noviazgo con ella.
Pasó el tiempo y en una ocasión, Joaquín pidió a Eulalia que le ayudara a planchar un traje refinado, por lo que ella, accedió y lo hizo con el fin de que él se fuera feliz. Al llegar a trabajar al entonces Hospital de San Pablo, un enfermero se le acercó para invitarla al cine, por lo que ella tuvo que rechazarlo de manera enérgica, pues tenía una relación sentimental con el doctor Joaquín.
Molesto tras el rechazo, el enfermero arremetió en contra de Eulalia, diciéndole que el doctor con el que estaba saliendo, se había casado recientemente con otra mujer y que se encontraba de luna de miel en ese preciso momento.
Tras la noticia, Eulalia se derrumbó por completo, pasando por días extremadamente difíciles, incluso llegó a causar la muerte y graves lesiones a los pacientes, debido a sus negligencias provocadas por sus sentimientos de tristeza. Aquejada por una enfermedad y consumida por el remordimiento de sus errores laborales, la enfermera murió llena de pesar, tras haber sufrido el tormento de un amor no correspondido y la amargura que marcó sus últimos años.
Tras la muerte de la mujer que inspiró la leyenda, comenzaron a multiplicarse los relatos de pacientes que afirmaban haber sido auxiliados en momentos críticos por una figura delgada, de cabello rubio y trato afable: algunos recibieron medicamentos, otros sueros y otros incluso consuelo en sus horas más difíciles.
Actualmente, en el Hospital Juárez de la Ciudad de México, todavía existen pacientes que aseguran haber recibido la atención de una enfermera amable, vestida con un uniforme antiguo, quien después desaparece sin dejar rastro cuando intentan agradecerle.