Alcaldesa borra memoria visual de barrios de Ciudad de México

CDMX, 30 de junio 2022.- El año pasado, David, un niño con síndrome de Down en Ciudad de México murió por el covid-19. Su

comunidad solía recordarlo a través de un rótulo, compuesto por una caricatura y su nombre, que se había pintado en su honor en el puesto familiar de tacos. Así fue, hasta que la Alcaldía lo hizo borrar.

En abril, la delegación Cuauhtémoc de la ciudad ordenó remover los rótulos de 1.493 puestos de comida callejera, reemplazándolos todos con un patrón estándar de pintura blanca y una franja azul grisáceo, una calcomanía o esténcil con el logotipo del Gobierno local y el nuevo eslogan: “Alcaldía Cuauhtémoc es tu casa”.

La medida es una de las varias formas en que las calles de la capital de México están siendo vaciadas de su color en medio del aumento de los costos y el auge del turismo, dicen los activistas. Las laxas restricciones de covid-19 ayudaron a impulsar a Ciudad de México a la posición número 16 entre los destinos turísticos más visitados del mundo en 2021, detrás de Cancún en el número dos, según la empresa de datos de viajes ForwardKeys.

A medida que la ciudad se transforma cada vez más en una megalópolis global, las demás alcaldías han implementado sus propias campañas de limpieza más discretas para homogeneizar las calles de la ciudad, según los activistas.

“Es como si empezaran a despojarnos de la ciudad a los que vivimos aquí, desde lo visual hasta lo territorial”, dijo Yuriko Hiray, vocera de Rechida, un colectivo de artistas y activistas que surgió para desafiar la eliminación de los rótulos pintados a mano.

Cuauhtémoc, una de las 16 alcaldías de Ciudad de México, alberga no solo enclaves de clase obrera, sino también el Centro Histórico de la ciudad, designado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y algunos de los barrios más de moda de la ciudad, como Roma y Condesa.

Por toda la alcaldía, la pintura blanca y azul grisácea cubre ahora los puestos que alguna vez exhibieron sandías de color rojo brillante, rebanadas rosadas de jamón dentro de una rebosante “súper torta”, caricaturas o simplemente letras, algunas elaboradas y otras solo garabatos, enumerando los tipos de tacos a la venta o anunciando que en esos puestos se preparan opciones más saludables como jugos o caldos de gallina.

La campaña de limpieza es “una agresión sin límites a lo que constituye una de las esencias más visibles de los mexicanos”, dijo Deborah Holtz, editora y codirectora de Trilce Ediciones, que ha publicado libros sobre cultura mexicana, incluido uno sobre diseño popular y La Tacopedia, una enciclopedia ilustrada de tacos. Holtz señala que la campaña no solo pone en peligro la preservación de la expresión artística popular en las calles de la ciudad, sino que es parte de una tendencia global para homogeneizar las ciudades de modo que uno no pueda diferenciarlas.

“Es un desdén absoluto por nuestra manera de comunicarnos y de ser”, dijo.

Más allá de su valor como memoria visual de la ciudad, dicen los activistas, los letreros servían, simple y sencillamente, para atraer clientes. Ahora, los transeúntes se quedan adivinando qué se vende en cada puesto.

“Muchos turistas vienen porque les atrae esto que no ven en sus países”, dijo Antonio Ortiz, artista y activista. “Acá en México es una explosión de colores”.

Los vendedores dicen que la alcaldesa, Sandra Cuevas, impuso sus reglas sin tener en cuenta su forma de ganarse la vida, según entrevistas con alrededor de una docena de ellos, la mayoría de los cuales no quiso hablar oficialmente por temor a represalias.

Los comerciantes dicen que los representantes de la alcaldía les ordenaron pintar sus puestos, sugiriendo que, de negarse, podrían perder sus permisos. A menudo, los vendedores tenían que cubrir el costo de sus propios letreros y pagar 250 pesos (US$12,42) por una calcomanía con el logotipo y el eslogan del municipio.

“Si no poníamos de nuestra parte, podrían venir otras personas y quitarnos de aquí”, dijo Sara Romero, quien trabaja en un puesto callejero móvil de tacos en el principal distrito financiero de Ciudad de México, que se encuentra en Cuauhtémoc. Ella dijo que los representantes de la alcaldía le habían ordenado comprar un paraguas blanco y marcarlo con el logotipo del Gobierno local, una gran inversión para un pequeño puesto de tacos que aún se recupera de la pandemia.

Para Cuevas, homogeneizar los puestos ayuda a apaciguar a los vecinos inconformes, lo que, según ella, también es bueno para la supervivencia de los negocios y los empleos que crean. Su programa permite que a los comerciantes se les respete y discipline, dijo Cuevas durante un informe ante un grupo de comisiones legislativas de Ciudad de México el 20 de mayo.

“Para nosotros es muy importante que las vecinas y los vecinos transiten por calles libres, por calles ordenadas, por calles limpias”, dijo Cuevas en un comunicado el 22 de abril al iniciar su campaña para pintar los puestos.

La Alcaldía Cuauhtémoc también ha reubicado a algunos vendedores e incluso ha retirado 860 puestos semifijos y otros 30 fijos por violar regulaciones, dijo Cuevas sin ofrecer detalles. La alcaldesa también ha sido criticada por pintar sobre dos murales en mercados públicos, aunque Cuevas dice que uno de ellos ocurrió mientras estaba suspendida de sus funciones y que su Administración está trabajando con el artista para pintar uno nuevo.

La jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, candidata presidencial no oficial del partido gobernante Morena, ha dicho que no existe base legal para obligar a los vendedores a borrar su propio arte e incorporar el logotipo de Cuauhtémoc. Animó a los vendedores a presentar una denuncia en la oficina del contralor.

“Pues prácticamente se borra la identidad cultural y popular que hay en la ciudad, estos puestos que se pintan de colores”, dijo Sheinbaum en una conferencia de prensa el 20 de mayo. “Es parte de nuestra cultura y es absolutamente autoritario querer imponer un mensaje único de una alcaldía frente a lo que ha sido históricamente la cultura popular en nuestra ciudad”.

Cuevas argumenta que se reunió con los dueños de los puestos callejeros antes de tomar la decisión de pintar sobre sus rótulos. Sin embargo, los activistas dicen que esas reuniones no llegaron a ser una consulta pública formal.

La aguerrida Cuevas proyecta un enfoque de orden público centrado en la limpieza de los espacios públicos y de la propia política. De más de 10.000 empleados de Cuauhtémoc, 500 habían renunciado al mes de que iniciara su Gobierno debido a la política de tolerancia cero a la corrupción, dijo el municipio en un comunicado el 14 de noviembre.

Cuevas fue elegida el año pasado bajo la coalición del partido conservador PAN, el PRD de izquierda que controló Ciudad de México durante años y el PRI, que gobernó el país durante la mayor parte del siglo pasado.

“Soy una política no tradicional, soy una política que se ganó el lugar donde está”, dijo el 20 de mayo Cuevas, quien dice que sus padres eran comerciantes.

En marzo, Cuevas fue suspendida temporalmente de su cargo por abuso de autoridad y discriminación después de que ella y tres empleados municipales presuntamente insultaron y agredieron físicamente a dos policías.

La alcaldesa enardeció aún más a sus detractores el 20 de mayo cuando dijo que este tipo de letreros “no es arte. Pueden ser usos y costumbres de Ciudad de México, pero no es arte”.

Aun así, Cuevas dijo que se reuniría con las partes interesadas y con los residentes que apoyan su campaña. Hiray de Rechida dijo que alguien con vínculos con la Administración de Cuevas se acercó al colectivo, aunque hasta ahora, no se ha llevado a cabo una reunión oficial. Mientras tanto, la secretaria de Cultura de Ciudad de México, Claudia Curiel, se reunió con miembros del grupo, indicó Hiray.

Rechida presentó una queja ante la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, argumentando que la Alcaldía Cuauhtémoc violó los derechos culturales de los vendedores, rotulistas y ciudadanos, así como el derecho al trabajo de los comerciantes y pintores.

Si la denuncia tiene éxito, la Administración de Cuevas tendría que compensar los daños y permitir que se vuelvan a colocar los rótulos pintados a mano en los puestos, dijo Tania Espinosa, quien ayudó a presentar la denuncia y se desempeña como coordinadora en Ciudad de México del grupo de investigación Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando.

Sea cual sea el resultado, el arte original se ha perdido. La artista del rótulo dedicado a David, que representaba la caricatura de un niño sosteniendo un taco en una tortilla amarilla brillante, lo hizo de forma gratuita como “un acto de comunidad”, dice.

“Realmente rompieron nuestra historia”, dijo Roxana Armas, ilustradora y pintora del rótulo de David. “David había visto el rótulo, ya David no está”.

Empujados a la acción por la desaparición de los amados letreros, los artistas y activistas se están organizando para crear un “contrapeso moral” a las políticas de Cuevas, incluida la pintura de sus propios letreros, aunque no en los puestos cuyos propietarios temen represalias del municipio, dijo Ortiz.

Los activistas de Rechida ven el arte de los puestos callejeros como un reflejo de la cultura obrera de la ciudad. Si bien creen que estos rótulos son parte de una estética que atrae demanda turística y de bienes raíces, también ven su eliminación como una etapa más avanzada en la gentrificación de los barrios históricos de la ciudad.

“No debemos desviarnos por la parte romántica, los rótulos”, dijo Hiray. “Son una lástima, son preciosos, pero es la punta del iceberg. Hay muchos temas alrededor de ellos”.

 

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