Opinión

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Por: Vladimir Galeana Solórzano
 
A México se le han acumulado los problemas a causa de la incapacidad de nuestra clase política, de todos los partidos y corrientes políticas, y de la apatía de los ciudadanos para exigir de ellos un comportamiento encaminado a la solución de nuestras necesidades.

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De muchas cosas tiene que avergonzares este país, pero principalmente de los más de cincuenta millones de pobres que hemos construido al paso de los años, y los más de vente millones que hasta ahora mantenemos en la pobreza alimentaria, es decir, aquellos que ni siquiera tienen la oportunidad de comer tres veces al día. Son muchos los motivos por los que la pobreza se nos ha acentuado, pero principalmente por la nula capacidad de nuestros gobernantes para hacer realidad ese adagio de procurar la felicidad del pueblo, y un pueblo nunca será feliz si no cuenta al menos con la seguridad de alimentar a su gente.

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Mal y de malas anda el gobierno de Angel Heladio Aguirre Rivero en el Estado de Guerrero. La incapacidad del gobernante para conducir la crisis generada por la disidencia magisterial ha sido manifiesta y pareciera que las cosas tomarán un rumbo del cual será difícil regresar. La capacidad de negociación ha sido prácticamente nula y la cesión que en un principio hizo para evitar el alargamiento del conflicto lo tiene metido ahora en un problema mayor. El señor Aguirre Rivero ha medido mal los efectos de sus decisiones, y ahora se ha incrementado el nivel de la confrontación con la suma de diversos grupos que también surgieron por la permisibilidad que les ha venido otorgando pensando que con ello se mantendría el conflicto dentro de los márgenes de la baja intensidad.

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Columna Sin Punto y coma por Vladimir Galeana Solórzano

Una de las instituciones que mayor penetración tiene entre los mexicanos y cuya presencia se registra en todos los rincones del país es la religión católica. Cuando Carlos Marx se refirió a que “la religión es el opio de los pueblos” tenía mucho de razón ya que la mayor parte de las iglesias buscan incidir en la generosidad de sus adeptos para que entreguen parte del producto de su trabajo. Para decirlo de otra forma, cualquier tipo de religión es un negocio floreciente porque la fe es el principal producto que ofertan a los simples mortales para que se adhieran a sus postulados. La búsqueda de bienestar en lo desconocido ha sido no tan sólo un misterio para el ser humano, sino una aspiración, por ello está dispuesto a aceptar cualquier indicio de oferta para hacer realidad ese bienestar una vez que deje la vida terrenal.

Una de las iglesias más exitosas es la católica, aunque también ha tenido una fuerte competencia en los últimos años de otras expresiones, pero ha sabido sobrevivir en un territorio que le ha sido fiel durante más de cuatro siglos. América Latina es una de las regiones del mundo donde el catolicismo está muy arraigado producto de ese mestizaje construido a base de conquistas territoriales y la conversión al nuevo credo, que se quedó enraizado por la oferta divina del bienestar en el tránsito hacia lo desconocido. Al igual que los políticos, los prelados venden un solo producto: esperanza. Ese ha sido el elemento privilegiado en la política y la religión, la esperanza de vivir mejor en la tierra y la esperanza de vivir mejor en el cielo.

La diferencia entre uno y otro espacio de oferta intangible es que mientras las religiones preparan al hombre para la muerte, es decir para ese difícil e inevitable tránsito hacia lo desconocido, la política tiene el deber de preparar al hombre para la vida, aunque ésta sea en la mayor parte de las veces poco satisfactoria. Pero también hay que decir que las iglesias se han convertido en los últimos años en indicadores políticos, porque han dejado de representar los intereses divinos para meterse de lleno en las complicidades terrenales. Ahora buscan espacios políticos, aunque no de representación aún porque la ley no se los permite, pero los prelados quieren, pretenden, buscan y añoran el regreso a los años aquellos en que las decisiones las tomaban con ellos.

Por eso la Iglesia Católica ha hecho un llamado al Presidente Enrique Peña Nieto para solicitarle que fije su atención en la violencia que se ha desatado en los últimos cuatro meses, porque ignorar un problema solo redunda en su agravamiento como lo muestran los datos fríos de las estadísticas. A los respetables curas poco les importan los proyectos gubernamentales con todo y que el Presidente Peña Nieto ha señalado que los resultados se verán en año y medio. Como dicen por ahí, “no da paso sin huarache”, y en los siguientes días saldrán con otra. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

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Para el Gobierno del presidente de la República, Enrique Peña Nieto, la prevención de la violencia y la delincuencia se inscribe en un modelo de país en el que imperen la tranquilidad y las oportunidades para lograr un desarrollo mejor para todos, afirmó el subsecretario de Enlace Legislativo y Acuerdos Políticos de la Secretaría de Gobernación, Felipe Solís Acero.

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La quema de comercios se ha convertido en una de las últimas prácticas que ha adoptado el crimen organizado para someter a los empresarios en que se encuentran ubicados en el territorio nacional.
Así, en los últimos cinco años, la prensa nacional ha documentado por lo menos 141 incendios provocados en 17 estados de la República, en los que podría estar implicada la delincuencia organizada.