Opinión

Para frenar la velocidad con que lleva a México y a los mexicanos a la catástrofe y a la ruina, pero también para evitar la bancarrota que ya se percibe de su gobierno de la malhadada 4T, al Presidente López Obrador no le queda otra más que rectificar –y pronto- su forma y peculiar estilo de administrar al país.

No se trata de intrigar, y mucho menos de pretender lanzar acusaciones vanas, por el contrario, los hechos indican que pese a todo el esfuerzo de muchos años por contener la violencia causada por el tráfico de estupefacientes, hasta ahora los cárteles gozan de cabal salud y particular afecto de quién presuntamente debiera encabezar los esfuerzos para su erradicación.

El presidente se los va a desayunar, sea Peña, sea Calderón, sea el elefante que le pongan enfrente, AMLO trae cuchillo y tenedor en la mano y el mesero de apellido Lozoya le irá sirviendo lo que Andrés Manuel le pida, solo que de ahí a

Creí haber perdido me capacidad de asombro pero ya la recuperé y fue por una declaración del presidente López Obrador que frente a la nación reconoció que asiste a las mañaneras sin estrategia, sin plan, sin saber qué decir y que sólo lo anima el conversar y transmitir lo que siente